El lenguaje como instrumento de represión

Por Luistovar

La organización española OCU [Organización de Consumidores y Usuarios] ha manifestado su apoyo público a una reciente medida legislativa aprobada en Francia para prohibir que productos comerciales elaborados a base de vegetales pueden denominarse con términos tradicionalmente reservados a productos elaborados con sustancias de origen animal, tales como "queso", "filete", "chorizo" o "salchicha".
La excusa alegada para esta prohibición es evitar "prácticas engañosas" o la "confusión" de los productos vegetales con los productos animales. Sin embargo, ese argumento es rematadamente absurdo. Ninguna empresa que vende salchichas vegetales pretende hacer creer a los consumidores que está vendiendo salchichas cárnicas. Ninguna empresa que vende leche de soja pretende hacer crer que vende leche de vaca. Al contrario, los productos etiquetados como aptos para veganos especifican de manera muy clara que son vegetales. Por desgracia, parece que los legisladores ni siquiera necesitan demostrar la veracidad de los argumentos que promueven sus iniciativas. Curiosamente, el diputado promotor de esa iniciativa, es ganadero de profesión. ¿Casualidad?
No hay lugar a confusión cuando el etiquetado señala explícitamente que son productos vegetales, cómo así sucede habitualmente. La tesis de la supuesta confusión no se sostiene de ninguna manera. Es sólo una absurda medida represiva para intentar dificultar la expansión del veganismo. En mi opinión, la motivación de esta medida es puramente represiva. Como no pueden impedir que la gente se haga vegana, intentan dificultar en todo lo posible la expansión del veganismo con medidas represivas y absurdas. Parece que determinados sectores de la sociedad están que trinan con el veganismo. Además de que no se les permite explotar a seres humanos, ahora resulta que tampoco les quieren dejar que exploten a los animales. !Habrase visto!
Si consultamos el diccionario de la RAE comprobaremos que señala que el término «carne» en su cuarta acepción lo define como "parte de un fruto o de un tubérculo, generalmente blanda, que está bajo la cáscara o la piel." Así, es perfectamente lícito hablar de carne vegetal y, de este modo, todos los productos elaborados con carne [salchichas, chorizo, filetes,...] pueden ser elaborados con carne vegetal.
De la misma manera, el término «leche» en su tercera acepción lo define como "jugo blanco obtenido de algunas plantas, frutos o semillas. Leche de coco, de almendras.". Por tanto, no contradice el lenguaje tradicional hablar de «queso vegetal» puesto que, según regista la RAE, un queso es un "producto obtenido por maduración de la cuajada de la leche con características propias para cada uno de los tipos según su origen o método de fabricación." Esto es, dentro de los propios parámetros del lenguaje actual, resulta correcto usar esos términos para referirnos a productos elaborados con vegetales.
En cualquier caso, las definiciones no tienen por qué ser monolíticas y pueden cambiar, y cambian de hecho, según el uso de los hablantes a lo largo de la historia.
Imaginemos que hubiéramos vivido en una sociedad que aceptara el canibalismo pero que decidiéramos que no está bien utilizar a seres humanos de comida. Si las salchichas, o las mortadelas, o los chorizos, o las morcillas, se hubieran estado elaborando con carne humana, entonces habría que sustituir esa carne por otra cosa, pero seguirían siendo igualmente salchichas, mortadelas, chorizos, o morcillas. Del mismo modo, podemos seguir disfrutando de todos esos productos sustituyendo las sustancias de origen animal por otras de origen vegetal.
Si decidimos rechazar la explotación de los animales no tenemos por qué rechazar determinados sabores o determinadas texturas o determinada forma de presentar una comida. Lo único a lo que renuncia el veganismo es a la explotación animal. Siendo veganos no tenemos que renunciar a comer ni a disfrutar de la comida. Todas nuestras necesidades vitales pueden ser satisfechas sin utilizar a los animales.