El doctor Juan Francisco Jiménez acaba de publicar "El acoso institucional a los médicos de Atención Primaria en España", una obra en la que de forma didáctica explica la enorme presión que soportan estos profesionales con datos y pruebas.
Ponga a prueba su agudeza visual y dígame qué piensa de la modificación del sello de caucho del médico de cabecera de hace uno años con respecto al actual:
La merma es evidente. Y eso era hace unos años, hoy diréctamente no hay sello, todo es informático por lo que la dilución del médico en el bebedizo burocrático es muchísimo mayor. Vamos a terminar haciendo homeopatía con los médicos de familia de tando diluirlos...
Saturar las consultas de medicina de familia no es una broma, no lo es para el que está enfermo y debe esperar la cola. No lo es para el que está enfermo y es atendido en dos minutos.
Los políticos y legisladores no van al centro de salud público, por eso les da igual. Pero a la mayoría de la población que sí acude a centros de salud y hospitales públicos sí les importa.
Cita en su libro el doctor Jiménez la maldición de Alfonso Guerra que se está haciendo realidad, "no pararemos hasta ver a los médicos en alpargatas", lamentablemente un médico en alpargatas puede ayudar menos a la sociedad que otro al que se le permiten medios adecuados, tiempo suficiente de consulta y una organización que le permita trabajar con eficiencia.
Hace unas semanas tuvo lugar el Congreso de la WONCA, la organización internacional de médicos de familia. Cuando una médica españóla comentó con otros colegas de diferentes países que veía más de 60 pacientes al dia no se lo creían. En la mayoría de los casos disponían de 15, 20 o más minutos por pacientes, no daban crédito de que en España se pudiese pasar consulta con 5 minutos por persona. Uno de ellos preguntó si por lo menos se cobraba per cápita, cuando se le respondió que no torció el gesto y se compadeció.
La sociedad debe decidir qué tipo de sanidad desea... y votar en consecuencia.
Lo médicos por su parte han de ser valientes para defender no ya sus privilegios sino el valor del servicio que prestan a los demás.
Si yo fuera un gestor de Atención Primaria no me sentiría orgulloso, si yo fuera un político sanitario tampoco. No se están haciendo bien las cosas, ustedes lo saben.