El de la farmacéutica GlaxoSmithKline (GSK) con su medicamento antidepresivo paroxetina (Seroxat, Paxil) puede que sea el ensayo clínico más perverso de la historia de la medicina. Como hemos contado, GSK ocultó datos sobre el número de suicidios en el grupo del ensayo que recibió la paroxetina. En un principio, el laboratorio publicó que cinco personas habían cometido suicidio o conductas peligrosas para su vida.
Con posterioridad, el fabricante del antidepresivo admitió que en total diez de los 93 pacientes que tomaban Paxil se suicidaron o lo intentaron, mientras que en el grupo de 87 personas que tomaban placebo hubo un episodio de suicidio.
Pero la empresa no sólo ocultó el número de muertes y graves daños provocados por su fármaco sino que además intentó disimular lo que eran suicidios haciéndolos pasar por “labilidad emocional” (emotional lability en el original).
Un adolescente se tomó 80 pastillas de Tylenol (un medicamento para “dormir bien”): labilidad emocional. Otro se cortó tres veces en respuesta a las voces que oía: labilidad emocional. Menudo manual sobre cómo ocultar los intentos de suicidio.
Fijaos cómo define la Wikipedia el concepto de labilidad emocional:
La labilidad emocional es un conjunto de alteraciones en la manifestación de la afectividad (llantos, risas inapropiadas o, en general, respuestas emocionales desproporcionadas como reacción a la afectación física) y que en ningún caso significa que exista un auténtico problema psiquiátrico”.
En la información publicada por British Medical Journal ahora pueden verse unas tablas en las que según sea la fuente de información (laboratorio, FDA o RIAT, los científicos independientes que han documentado el fraude) van aumentando los suicidios declarados.
A mí la jugada de la labilidad emocional me parece un intento de GSK de echarle la culpa al enfermo para salvar a su medicamento. Si es que la culpa la tienes tú. Quién te manda deprimirte, prestar tu cuerpo a la ciencia (la de Glaxo, claro) y que te de por suicidarte.
La historia de la paroxetina y el suicidio es antigua. Como cuento en mi primer libro, Traficantes de salud, hace años Glaxo tuvo que indemnizar con 7.000.000 de euros a la familia de un enfermo estadounidense que mató a su mujer, su hija y una nieta y luego se suicidó. El hombre llevaba dos semanas consumiendo paroxetina y la Justicia determinó que el episodio estaba directamente relacionado con la ingesta del fármaco. La noticia es del año 2001, cuando este antidepresivo comenzaba su funesto camino.
Los tribunales también han tenido que sentenciar, por cierto contra GlaxoSmithKline, por el conflicto entre patentes y genéricos. Desde el principio de su comercialización la paroxetina ha registrado ventas anuales por encima de los 3.000 millones de dólares y por eso pronto otros laboratorios quisieron sacar su versión de imitación.
Ineficaz, mortal, adictivo pero muy rentable.