El llamado “medicamentazo” (el Ministerio de Sanidad ha decidido que la Seguridad Social deje de subvencionar 456 medicamentos porque tienen escaso valor terapéutico) beneficia sobre todo a la Administración y los laboratorios farmacéuticos. Al quitar algunos medicamentos de la financiación, generalmente muy baratos, realmente la industria se quita de en medio el corsé de la financiación pública, pudiendo venderlos de manera abierta, sin receta e incluso pudiendo publicitarlos abiertamente. Así me lo explicaba el médico Enrique Gavilán que lo comentaba en Twitter.
La ciudadanía continuará utilizándolos porque son para problemas comunes (catarros, almorranas, ardores, sequedad ocular, estreñimiento, diarrea) pero ahora sin necesidad de ir al médico; será mucho más fácil, más directo, sin la barrera de accesibilidad que muchas veces (en ocasiones es casi inexistente dicha barrera, pero ahora ya te ahorras un paso previo) hay entre el comprador y el establecimiento donde adquirir el remedio.
Por tanto, para los laboratorios es incluso mejor: seguirán vendiendo mucho (puede que incluso más) los medicamentos baratos, con lo cual el volumen de venta y la posibilidad de beneficios se mantendrá. El que perderá será el ciudadano, el paciente, que ahora tendrá que pagarlos de su bolsillo. Muchos de estos medicamentos son de uso común en ancianos (qué anciano ingresado en una residencia no toma algún laxante o se echa un día sí y otro también alguna crema para los dolores articulares…), que serán los más perjudicados, una vez más.
Por otro lado, como comenta Gavilán, “la imposibilidad de recetar medicamentos de precio bajo incentivará indirectamente la prescripción de otros más caros que sí que son financiados. Así, si habitualmente para una persona con ardores gástricos, y siguiendo la lógica y la evidencia científica, habitualmente, tras intentar medidas no farmacológicas, comenzamos con un antiácido tipo almagato, ahora iremos directamente a inhibidores de la bomba de protones. El omeprazol es el más antiguo de ellos, y es muy barato, pero puede que al pasar un comercial por el centro de salud deje publicidad de alguna marca nueva y te de por prescribirlo en vez del omeprazol, con lo cual el precio se dispara. En río revuelto, ganancia de pescadores”.
Lo principal es que muchas novedades terapéuticas que no añaden mucho, los medicamentos me too (yo también o fórmulas ya existentes a las que se les ha hecho algún cambio que no implica novedad terapéutica y se repatentan, un fraude científico) continúan financiados. Y son precisamente éstos los que proporcionan mayor volumen de beneficios, porque están protegidos por la patente.
“Muchos médicos creemos que hay aspectos un tanto oscuros en este medicamentazo. Nos preguntamos por qué se han retirado algunos medicamentos y no otros de la misma familia, aun siendo ninguno de ellos suficientemente efectivos. Un buen ejemplo sería la exclusión de la diacereína, un fármaco de la familia de los SYSADOA. Dichos medicamentos fueron objeto de un análisis del blog “El comprimido” hace unos meses [que no dejaban nada bien el producto]. Fruto de dicha evaluación, el laboratorio catalán BioIbérica, fabricante de dos de los otros SYSADOA disponibles en el mercado, la glucosamina y el sulfato de condroitina, reaccionó de una manera muy inteligente limpiando su imagen a través de los medios 2.0 (el mismo medio por el que había surgido el cuestionamiento de sus fármacos)”.
Que esos medicamentos continúen financiados es un buen ejemplo de las incoherencias del medicamentazo. Por todo ello, los laboratorios han logrado un acuerdo que permitirá que su negocio siga adelante, su margen de beneficios no se altere apenas y que muchos ciudadanos tengan que pagar de su bolsillo medicamentos que en muchas ocasiones habían demostrado ser efectivos y eficientes pero que se venden mucho y son baratos. Los laboratorios no pierden, el gobierno gana, el paciente pierde.
“Los médicos no sabemos ya ni lo que recetar ni cómo recetarlo -argumenta este médico-. Y las farmacias tienen ahora un lío enorme con cuánto tiene o no que pagar cada paciente”.
El listado de medicamentos excluidos se encuentra aquí y existe más información analizada por el médico Javier Padilla.