El miedo

Por Joseafg
Como bien sabemos, la emoción de miedo, al igual que el resto de emociones, es una respuesta fisiológica que da lugar a una conducta determinada y que va acompañada de un sentimiento. Ese sentimiento, por lo general, es algo secundario a las emociones (recordad "lloramos porque estamos tristes o estamos tristes porque lloramos").
La emoción de miedo está formada por tres componentes:
  1. Componente comportamental o conductual. Se trata de lo que hacemos cuando tenemos miedo. Por ejemplo, correr cuando nos persigue un perro ladrando.
  2. Componente neurovegetativo. Nuestro sistema nervioso se adapta para favorecer una respuesta apropiada. Aumenta nuestra tensión muscular o la actividad cardiaca.
  3. Componente hormonal. Secretamos hormonas como la adrenalina o noradrenalida que facilitan labores como correr o saltar, activando el componente anterior.
Estas respuestas están reguladas por nuestro cerebro. Los estímulos que son interpretados por nosotros como miedo, causan la activación de la amígdala, que está compuesta por 12 núcleos, de los cuales 3, son significativos para la emoción de miedo. El núcleo central, el núcleo latera y el núcleo basal.

Pero ¿Cómo sabemos esos? Pues, como siempre en neurociencia, tocando y lesionando. La lesión de la amígdala suprime las respuestas emocionales, tanto en animales como humanos.Todos tenemos miedo y todos tenemos las mismas reacciones fisiológicas ante lo que nos produce miedo, pero no todos tenemos miedo a las mismas cosas. ¿Cómo se explica esta diferencia? Una de las características definitorias de la emoción de miedo es el carácter adquirido de la mayoría de los estímulos que la suscitan. Aprendemos a tener miedo mediante aprendizaje emocional, obtenemos entonces una respuesta emocional condicionada. El anteriormente mencionado núcleo lateral se encarga de este aprendizaje.Pero, ¿Cómo aprendemos a tener miedo? Pues muy fácil, observando a otros (aprendizaje vicario) o mediante sus explicaciones (aprendizaje de instrucciones). Ilustraremos esto con dos ejemplos:

  • El aprendizaje vicario: El sujeto observa un video en el que aparecían otras personas observando una pantalla que se ponía de color amarillo o azul. Cuando se ponía amarilla los sujetos del video recibían una descarga eléctrica, si era azul no pasaba nada. Tras el visitando del vidrio, cuando al sujeto se le hacía ver una pantalla amarilla presentaba los cambios neutrales típicos del miedo, así como los cambios hormonales y conductuales antes mencionados.
  • El aprendizaje de instrucciones: El experimentador indica al sujeto que una pantalla amarilla indica que va a recibir una descarga y una azul que no pasará nada. Como en el ejemplo anterior, si aparecía la pantalla amarilla el sujeto presentaba las activaciones típicas de miedo, aunque en ningún caso se administró una descarga. 
Todos recordaremos a nuestra madre advirtiendonos de que no vallamos por una calle determinada porque vive el "hombre del saco", pues bien, nos estaba enseñando a tener miedo.

Queda demostrado que el miedo se aprende. Por esta razón, podemos controlar gran parte de nuestros temores, porque no son innatos. Hay que tener en cuenta que muchas veces el miedo es adaptativo, sirve para que no nos hagan daño o para no lesionarnos a nosotros mismos. Pero, a veces, enfrentarnos al miedo es una gran terapia, porque nos impiden hacer cosas que nos gustaría, que no implican tanto riesgo como el que nuestro cerebro nos hace creer y que nos harías sentirnos mejor con nosotros mismos y precisamente, esa es la clave para tener una vida feliz.No hace falta conocer el peligro para tener miedo; de hecho, los peligros desconocidos son los que inspiran más temor.
Alejandro Dumas (1803-1870) Escritor francés.