El Mito de Balder

Por Peterpank @castguer

A continuación os pongo un fragmento del magnífico libro “La Rama Dorada” una obra maestra de los estudios de mitología comparada, para mi absolutamente imprescindible desde hace ya algunos años, y ‘perpetrada’ con excelsa maestría por J.G. Frazer.

“Una deidad cuya vida puede decirse en cierto sentido que no estaba ni en el cielo ni en la tierra, sino entre ambos, era el norso Bálder, el dios bello y bueno, el hijo del gran dios Odín y el más sabio, amable y amado de todos los inmortales. La historia de su muerte, tal como está relatada en prosa en la Edda más moderna, es como sigue. En cierta ocasión en que Bálder dormía,

tuvo una pesadilla que le pareció presagiaba su muerte. De consiguiente, los dioses tuvieron consejo y resolvieron asegurarle contra todos los peligros.

Así, la diosa Freya tomó al fuego y al agua, al hierro y todos los metales, piedras y tierra, a todos los árboles, enfermedades y venenos y a todos los animales de cuatro pies, aves y cosas que se arrastren, el juramento de que ellos no harían daño a Bálder. Hecho esto, se le consideró invulnerable y los dioses se divirtieron sentándole en medio mientras unos le disparaban, otros le tajaban y otros le apedreaban, mas hicieran lo que hicieran, nada podía herirle, por lo que se alegraron mucho todos.

Solamente Loki el dañino estaba descontento, y disfrazado de vieja se presentó a Freya, la que le dijo que las armas de los dioses no podían herir a Bálder porque ella había hecho a todos jurar que no le dañarían. Entonces Loki preguntó:
“¿Todas las cosas han jurado respetar a Bálder?”.
Ella respondió: “Al oriente del Walhalla crece una planta llamada muérdago; me pareció demasiado joven para jurar”.
Entonces Loki fue, arrancó el muérdago y lo llevó a la asamblea de los dioses.
Allí encontró al dios ciego Hother, que estaba fuera del círculo, y Loki le preguntó: “¿Por qué no tiras contra Bálder?” . Hother contestó: “Porque no veo dónde está y además no tengo arma”. Entonces le dijo Loki: “Haz lo mismo que los demás y honra a Bálder como todos hacen.
Yo te mostraré dónde está y tírale con esta ramita”.
Hother cogió el muérdago y lo arrojó contra Bálder bajo la dirección de Loki.
El muérdago dio a Bálder y le atravesó de parte a parte, cayendo muerto.

Y ésta fue la mayor desgracia que pudo recaer nunca sobre los dioses y los hombres. Los dioses se quedaron atónitos, mudos y después gritaron y lloraron amargamente. Luego cogieron el cadáver de Bálder y le llevaron a la orilla del mar.

Allí estaba el barco de Bálder, llamado Ringhorn, el más enorme de todos los barcos.
Los dioses desearon ponerle a flote y quemar en él el cadáver de Bálder, pero no podían botar el barco. Enviaron recado a una giganta llamada Hyrrockin, que llegó montada en un lobo y dio al barco tal empujón que el fuego incendió los rodillos y la tierra entera tembló.”
¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?. Recuerdo que, hace ya algunos años, cuando leí esto por primera vez, tuve que salir corriendo de la biblioteca debido al ataque de risa que me dió. Dioses que más que parecer sagrados, parecen chavales de cachondeo en pleno botellón.

Pero, hace unos días, releyendo algunos pasajes de esta maravillosa obra, me ha dado por pensar.

La casa, la vida del hogar es, en cierto modo, mucho más privada y personal que en los países mediterráneos, pero la comunidad, las decisiones, el consenso ha de ser público. Porque si no es así, te mueres. Dependes de los otros, y ellos dependen de ti. En principio, daba igual el dinero. Había que tener leña.

Pero creo que dioses como Balder, han fundamentado en el inconsciente colectivo nórdico una especie de “Sentimiento de vulnerabilidad, supeditado a lo comunitario” pues en la mítica Edda, hasta una rama de muérdago puede matar a un Dios, a un Héroe. Los dioses son herreros, carpinteros, hombres y mujeres. Hacen algo más que tumbarse a la bartola, disfrutar de la vida, y hacerse putadas como en ‘Melrose Place’ (Panteón Griego).

Es decir, los dioses colaboran, cazan, son marinos, cortan la leña, las pasan canutas luchando contra el viento polar, y viven, en definitiva, como los hombres que los adoran, y que cantan sus alabanzas, porque no puede ser de otro modo.

Pensando sobre esto, sobre estos mitos, uno puede llegar a preguntarse por qué ciertos “Modelos societarios” (perdón por el palabro) y que son “muy nuestros” como el ladrillerismo, las dictaduras, la transición, y el chanchullo sociopolítico, o las corruptelas opositoriles, y la charocracia, han triunfado en España, y no podrían, creo, triunfar en “Los civilizados países escandinavos”.

Voy a ofrecer mi “hipótesis” al respecto:
Porque aquí nunca tuvimos un mito parecido al de Balder.
Los banqueros, el hijo del notario, los dominicos, la Falange, o Belén Esteban, son invulnerables al muérdago, al frio polar, y sobre todo al concepto ’solidario’ de la socialdemocracia.

Sólo se puede sustentar el caciquismo, y cosas como el “¡Vivan las cadenas!”, cuando existe una sociedad basada en el show. Somos una sociedad del espectáculo, (si, ya sé que eso lo dijo Guy Debord, y que yo no invento la rueda). Entre el “El lazarillo de Tormes” y “¿Dónde estás corazón?”, no hay tanta diferencia.

Como no la había entre la sección de sociedad de “Blanco y Negro”, y las revistas y periódicos locales pagados por una inmobiliaria. Cambia la calidad de contenidos, el contexto social, el papel, y el precio. Pero la “legitimación” del mito, mostrar cómo viven “Esos otros que no son tu”, sigue estando presente.

Nuestro “mérito”, el ‘mérito social’, la esencia netamente española (una de ellas), es que somos sociedad-espectáculo desde los visigodos. Nos gusta ver que quien tiene el poder nos putea, o como mínimo, nos pasa por las narices las tierras, la fortaleza, su chalet en Mallorca, o sus aventuras de cama con algún jugador de futbol. Porque esa es su función “mítica”. La jodienda, que parece no tener enmienda, es para los españoles, como el frio polar para los escandinavos. Algo propio del medio ambiente, como el conflicto constante, la discusión pasional (e irracional) que no lleva a ningún sitio.

Todo un microcosmos panderetero, en el que hay que verse inmerso, en el que hay que vivir, y “desarrollarse”, porque si no, irremisiblemente uno perece socialmente. Y perecer ’socialmente’ en España, es peor que ser comido por leones. Nos gusta murmurar, hacer conatos de revoluciones en las tabernas, y, de cuando en cuando, ver correr la sangre, incluso, en contadas ocasiones, por una causa justa, y hasta razonable, o mejor aún una causa racional: La exención de impuestos, protestar contra el rey extranjero, ,liberarse del yugo regio, o luchar por la legitimidad de la democracia.  Si bien, la mayoría de las veces, la sangre cuanto más corre es por causa de un chanchullo político, una bronca religiosa, o el simple y llano pillaje. Pero siempre, después del fragor de la batalla, los que quedan, vuelven con ansia a la genuflexión, y al agachar la cabeza. Después del arrebato pasional, llega la aparente calma.

Sufrimos, como John Cobra, “Trastorno explosivo de la personalidad”, pero, como el, en el fondo, no somos unos macarras descerebrados: Somos buenos chicos, siempre acabamos abriendo la boca, para recibir el pan de los dioses, porque ellos son invulnerables al muérdago, y, además, nos dan un duro de plata para la boda de nuestras hijas, porque antes que dioses (y eso es lo único que tienen en común con Balder y los suyos) son hombres, es decir, mortales, pero con cuartos, con muchos cuartos. “Hay que arrepentirse, hombre, que si no te quedas sin vino. Y piensa en el que dirán en el pueblo. No me seas moderno, y haz la señal de la cruz, el paso de la oca, o lo que sea menester”.

El españolito medio no puede ser Balder, ni Loki siquiera.
El primero porque es un pringao, que muere si le lanzan un muérdago. Y el segundo porque tiene cuernos, y es “mu malo”, y puede ser contraproducente aparecer de esa guisa en la oficina, el consistorio, la iglesia, o el sindicato.

Las élites, además tampoco pueden ser Balder, ni Loki, ni Odín:
Que sepamos, ni en la Edda Mítica, ni siquiera en el Kalevala se dice algo similar a “Nos vamos a forrar”, “Esto lo recalificamos en dos patadas”, “No me sale del chocho, ¿me entiendesss?”, “Estamos teniendo conversaciones diplomáticas al más alto nivel”, o ni siquiera, la que es mi favorita, y está de rabiosa actualidad “Estamos creando empleo”.

A.Remeseiro Fernández