El modelo del cáncer cervical no vale para tumores de ano

Por Fat

En los últimos 20 años, el cáncer de cuello de útero se ha convertido en uno de los mejor conocidos por los oncólogos: Un virus de transmisión sexual se instala en los tejidos genitales y, si la infección no remite por sí sola, al cabo de los años es capaz de ir generando cambios premalignos en las células que desembocan en un cáncer. Sin embargo, pese a que el mismo virus está implicado también en la aparición de cáncer anal en varones, la historia natural de esta enfermedad no se conoce con tanto detalle.
Prueba de ello es el último estudio que se acaba de publicar en la revista 'The Lancet Oncology', en el que se acaba de demostrar que las lesiones premalignas en el ano no progresan hacia el cáncer con tanta frecuencia como en el caso de las mujeres. "La gran capacidad de replicación de las células en el cuello del útero permite que el virus se reproduzca rápidamente, lo que no ocurre tan fácilmente en otras localizaciones como el pene, el ano o la cavidad orofaríngea", explica a ELMUNDO.es el doctor Xavier Castellsagué, del Instituto Catalán de Oncología (ICO).
La infección por el virus del papiloma humano, que se transmite por vía sexual, está detrás del 80% de los tumores que se originan en el ano (casi en el 100% de tumores cervicales y aproximadamente el 40% en el caso de cáncer de vulva y pene). Y entre la población con más riesgo de desarrollar la enfermedad destacan las mujeres que ya han tenido un tumor cervical, los varones que mantienen relaciones sexuales con otros hombres (que tienen 20 veces más riesgo que los heterosexuales) o los individuos con VIH.

Hacia una citología del ano

Teniendo como modelo la citología, que ha permitido reducir de manera importante la incidencia de cáncer de cuello de útero (gracias a que detecta y extirpa a tiempo las lesiones premalignas), son muchas las voces que han pedido un programa de diagnóstico precoz similar para identificar a tiempo el cáncer anal, sobre todo en dichos grupos de riesgo.
Sin embargo, el trabajo que acaba de publicar Andrew Grulich, de la universidad australiana de Nueva Gales del Sur, muestra que tal vez falten mimbres para ello. Porque después de analizar 53 estudios sobre esta materia, los australianos han descubierto que las lesiones anales premalignas progresan hacia cáncer con mucha menor frecuencia que en el tejido genital femenino.
Concretamente, si una de cada 80 neoplasias de alto grado (lesiones pretumorales) se convierte en un tumor de cérvix; esto sólo ocurre en uno de cada 600 varones homosexuales con VIH, y apenas uno de cada 4.000 sin están libres del virus del sida. "Si hubiese la misma progresión que en mujeres, tendríamos una tasa de cáncer anal mucho más elevada [en España afecta sólo a una de cada 100.000 personas]", señala en la misma línea Castellsagué.
A pesar de ello, su colega el doctor Albert Pahisa, jefe de Infecciosas en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, es un firme defensor de la detección precoz del cáncer anal en pacientes de riesgo. "Todos los varones homosexuales, seropositivos, deberían hacerse un análisis de recto en busca de lesiones premalignas", apunta. Y aunque es cierto que muchas de ellas nunca progresarían hacia cáncer, Pahisa recuerda que el tratamiento local es tan sencillo ("aplicando calor con un bisturí eléctrico") que en este caso se cumple la máxima del 'más vale prevenir que curar'. "Los resultados son tan espectaculares, con nula morbilidad para el paciente", prosigue, "que incluso debería extenderse a los hombres que mantienen relaciones con hombres, pese a que sean VIH negativos, a partir de los 40 años".

Historia natural de la enfermedad

El artículo australiano subraya que aún quedan lagunas por estudiar en la historia natural del cáncer anal, y apuestan por seguir buscando "marcadores que nos ayuden a identificar qué varones con infección por papilomavirus humano con lesiones premalignas están en riesgo de desarrollar un tumor maligno".
Sólo esa identificación de una buena población de riesgo permitirá poner en marcha un programa tan eficaz como lo ha sido en los últimos 20 años la citología, y con resultados paralelos: reducir la incidencia y la mortalidad de los tumores causados por el virus del papiloma.
De hecho, ésa es la idea en la que insiste el autor de un editorial en la misma revista -Nicolas Wentzensen, de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU-. "La implementación de un programa de detección precoz del cáncer anal en población de riesgo necesita más datos para que podamos poner en la misma balanza sus beneficios -la prevención del cáncer-, frente a sus potenciales complicaciones -riesgos del procedimiento, falsos positivos, costes económicos...".
**Publicado en "EL MUNDO"