Prometí a Gabriel Goldberg, culé como yo, o lo que es lo mismo, seguidor del F. C. Barcelona, escribir una reseña en clave barcelonista de su novela,
La mala sangre, publicada en la Argentina por Interzona, aunque escrita desde Miami (o desde el pantano, como afirma repetidas veces el narrador). Y uno encuentra paralelismos entre Daniel Steimberg, narrador y protagonista de la novela, con el actual DT de Barça, pues ambos son ironmen y practican el deporte extremo en sus diversas modalidades, tanto en carrera, como nadando, como andando en bibicleta. Y también lee menciones explícitas de las preferencias deportivas de Daniel, su mujer y sus hijos, todos fanáticos barcelonistas, aunque el narrador, junto con el Barcelona, hincha por Independiente. Sin embargo, si he de ser consecuente con el contenido de la novela deberé remontarme a un famoso episodio de la historia barcelonista: “El motín del Hesperia”.Hagamos un poco de historia: El 27 de abril de 1988, después de la peor temporada en liga desde 1942, el grueso de los jugadores del Barcelona convoca una rueda de prensa en el hotel Hesperia (propiedad curiosamente del vicepresidente del Barça por entonces: Joan Gaspart), para pedir la dimisión del presidente blaugrana, el carismático Josep Lluis Nuñez. Tras las quejas económicas que subyacen a este hecho (el club quería que los jugadores pagaran a medias los impuestos derivados de los derechos de imagen), subyace una razón más fuerte: el menosprecio por parte de la directiva para con los jugadores. Aquel acontecimiento, que derivaría en la llegada de Johan Cruyf como técnico y las décadas más gloriosas del barcelonismo, también supuso el despido de muchos de aquellos jugadores a final de temporada.
Pues la novela de Goldberg es algo así pero en el plano familiar. Daniel, hijo pequeño, abogado con una maestría en Harvard, asentado en los EEUU y especialmente unido a su padre, descubre que sus hermanos mayores y su cuñado se han hecho cargo de los muchos bienes de la familia —el padre es un prestigioso médico judío con una de las clínicas más avanzadas para su época a su cargo y contactos con las altas instancias del país— a la muerte del padre tras aprovecharse durante años de la enfermedad de Alzheimer que lo ha llevado a la tumba. Han inhabilitado a la madre pese a que esta siga lúcida, la han encerrado en un manicomio. Han ido vendiendo los activos del padre para convertirlos en dinero localizado en paraísos fiscales y han desheredado al resto de los hermanos. Daniel los denuncia y clama por justicia, tanto en los tribunales como en el libro, aunque se trate de una voz narratoria.
Todo esto lo explica el autor en clave diarística, con entradas numeradas e hibridación de temáticas: la familia nuclear, la familia argentina, la práctica deportiva, los problemas con el departamento de inmigración en EEUU, las fantasías sexuales, el psicoanálisis, los recuerdos, la cultura judía. Todo se mezcla, aunque la síntesis final, con documentos reales, está muy conseguida. La mención explícita a La novela luminosa, de Mario Levrero, es clave para entender la apuesta estética del autor. También el proyecto narrativo de Sergio Chejfec por las menciones al pasado y la identidad judía en la Argentina. Eso sí, siempre pensando que Daniel Steimberg está realizando en este libro “El motín del Hesperia” con sus hermanos. Esperemos que tras la catarsis, de aquí salgan décadas de buena literatura, como de aquello surgieron los mejores momentos futbolísticos del Barça.