El artículo de hoy de Miguel Ángel Aguilar en El País a propósito del anuncio de tregua hecho por ETA, es de los que vale la pena recortar y guardar. Tras un sesudo y extrañamente divertido análisis gramatical, sintáctico y hasta estilístico del comunicado de marras, Aguilar llega a la conclusión -entre otras menores- de que el original fue redactado en castellano por una persona culta (algo casi inédito en ETA) y de carácter autoritario. Añadiría yo que muy probablemente es una mujer, y que además echa balones fuera en el espinoso asunto de cargar con la historia del grupo terrorista en el que milita.
Tampoco vamos a entrar en la exégesis de un texto que no dice nada nuevo salvo como señalaba en mi post anterior, el lamento patente y casi nostálgico por la presunta guerra perdida. Se acabó la "quinta guerra carlista", como dicen algunos, considerando las tres primeras las del siglo XIX y la cuarta la de Franco. Entramos en un proceso en el que se quiere revestir de legitimidad a una de las partes, que hasta ahora ha basado su estrategia de décadas en poner muertos ajenos sobre la mesa y exhibir grandes dosis de testosterona de machotes de caserío en sus comunicados. Finish. Se acabó eso. Ahora se busca la compañía de premios Nobel y políticos con currículum en esto de intermediar -no se sabe a qué precio- en la jubilación de grupos terroristas convencidos de que su tiempo ha pasado. Así que, de nuevo, hay una posibilidad de que terminen de una puñetera vez.
Resulta inquietante sin embargo, que los primeros movimientos del aparato político legal de ETA sean en dirección a constituir la enésima franquicia con la que presentarse a las próximas elecciones municipales, las que más interesan a esta gente en la medida que mediante ellas logran financiación para sus organizaciones legales vía presupuestos municipales (en realidad, no hay partido por "antisistema" que sea que no use ese canal de financiación a través de las subvenciones directas o a "proyectos"). Por tanto a primera vista parece que de lo que se trata es de salvar los muebles y volver a pillar dinero público con el que seguir tirando, además de hacerse visible mediáticamente en la campaña y luego tras la elección de alcaldes, concejales, junteros y resto de cargos en disputa. Lo cual se compadece poco con tanta alharaca en el sentido de que "el mundo abertzale" estaría reclamando a ETA el final de la violencia, ya que esos movimientos indican más bien todo lo contrario, apuntando a que de nuevo el grupo terrorista estaría fletando otro de sus partidos-kleenex de usar y tirar.
Y sin embargo, parece que hay hueco para la esperanza, Como dije en mi post anterior, el comunicado emitido por la BBC respira derrota y acaso también, cierta femenina inclinación por la melancolía después de un noviazgo largo (50 años) y nada fructífero. Ni siquiera hay reproches para nadie, lo cual tratándose de ETA es como mínimo soprendente. En definitiva, que algo está pasando ahí dentro. Y parece que en la buena dirección.
Toca que respondan desde el otro lado. Y la respuesta no puede ser otra que la inteligente: palo y zanahoria. Rubalcaba y los franceses no van a aflojar (supongo que en ETA cuentan con ello), al tiempo que otra gente (Eguiguren, Gemma Zabaleta, el entorno de Odón Elorza) van a ir tejiendo de nuevo el tapiz de los avances con la infinita paciencia que les caracteriza. Hay otros puentes que nunca se han roto del todo, pero de esos nadie sabemos nada y mejor así. Veremos.
Me queda cierto resquemor en un asunto importante. Ayer en un emisora de radio oí que alguien comentaba que "en ETA quedan cuatro monos de los cuales dos son infiltrados de la Guardia Civil". La cuestión es cómo se van a tomar este proceso que se inicia los infiltrados, sus jefes y algunos compañeros de armas tomar. Porque no hay que ser un lince para adivinar que pueden influir sobremanera en su desarrollo y conclusión en uno u otro sentido.
De los actores políticos hablamos otro día.
En la fotografía que ilustra el post, tomada en la localidad de Hernani, dos ciudadanos pasan indiferentes ante un muro pintado con la parafernalia icónica proetarra.