El museo y la huella de la Aduana (Buenos Aires, Argentina)

Por Arquitecturas @arquitectonico

Así lucirá la entrada al Museo de la Aduana - Clarín.com

En un sitio de gran valor patrimonial se construye un espacio moderno para proteger las ruinas históricas y el mural del mexicano David Alfaro Siqueiros.

Por Paula Baldo

El patio de maniobras de la Aduana de Taylor, detrás de la Casa Rosada, tiene casi 200 años y es uno de los yacimientos arqueológicos urbanos más importantes de Buenos Aires. Ahora, ese espacio histórico se transformará en un moderno museo que contendrá las piezas que se conservan en el Museo de la Casa Rosada y el famoso mural del mejicano David Siqueiros (ver Una obra …).

Si todo va bien, el Museo Aduana de Taylor se inaugurará a fin de año. El proyecto es del Estudio B4FS, el mismo que construye el Centro Cultural del Bicentenario a escasos 300 metros. Actualmente en obra, el museo plantea la restauración de un área que abarca restos de los pilares de la Aduana Nueva (demolida en 1887 para construir Puerto Madero) y las galerías abovedadas del Almacén de la Real Hacienda y del Fuerte de Buenos Aires.

Los restos de estos edificios se encuentran a casi 10 metros por debajo del nivel de calle. De ambos, el patio de maniobras es el espacio más conocido desde que se convirtió en una especie de “patio inglés” (a mediados de los 80) al que la gente se podía asomar y espiar las ruinas antes de que la Plaza Colón fuera enrejada.

La nueva intervención propone un extenso techo vidriado para cubrir y proteger ese sitio arqueológico de la intemperie. El proyecto intenta mantener la iluminación natural en el recinto principal del futuro museo. Así, los visitantes podrán percibir con fidelidad la esencia de ese particular espacio.

vía El museo y la huella de la Aduana.

Historia enterrada que vuelve a la vida

Las galerías subterráneas y los pilares de la Aduana que estuvieron a la intemperie están siendo recuperados. Detalles de la restauración.

El Museo Aduana de Taylor está ubicado en uno de los sitios de mayor densidad histórica y arqueológica del país”, arranca el arquitecto Fernando Gandolfi, quien integró el equipo de asesores que trabajó en el anteproyecto y la redacción de los pliegos para la obra.

La nueva intervención, según el especialista, pondrá fin al proceso de deterioro que afectó a las ruinas desde que fueran halladas por casualidad durante obras de reparación de cañerías y del tendido del subte. A mediados de la década del 80, se interrumpió la traza de la avenida L. N. Alem cuando salieron a la luz “unos pilares de altura variable , claramente truncos, que marcaban el inicio de una galería recta paralela a la fachada posterior de la Aduana de Taylor”, detalla Gandolfi. Esas piezas habían quedado sepultadas desde 1887 cuando se demolió la vieja Aduana para construir Puerto Madero.

Túnel. Estado de las galerías antes de la restauración. Clarín.com Arquitectura

“Generalmente, se demuele sólo lo necesario antes de rellenar”, aclara el asesor. Ese dato alentó la posibilidad de que se hallaran más rastros del antiguo edificio al tener que realizar un nuevo movimiento de suelos para la obra del Museo. Al retirar la tierra que había preservado los pilares durante décadas, éstos quedaron expuestos a la intemperie. El deterioro actual (la erosión y la disgregación de materiales) se debe a esa exposición de más de 25 años. Hoy, las tareas de recuperación de los pilares están avanzadas y, a partir de ahora, la cubierta de vidrio protegerá los restos en un ambiente óptimo.

Una obra maestra de la pintura mural que espero 17 años para recuperar su esplendor

“Ejercicio Plástico” fue pintado por David Alfaro Siqueiros en 1933, en el sótano de la quinta de Don Torcuato del fundador del diario Crítica, Natalio Botana. Ese sótano multicolor sirvió para que el empresario y sus amigos ilustres, Neruda y García Lorca, entre otros, se juntaran a jugar a las cartas. Colaboraron con Siqueiros los artistas plásticos argentinos Lino Spilimbergo, Juan Carlos Castagnino y Antonio Berni, y el escenógrafo uruguayo Enrique Lázaro.

Editorial
Memoria selectiva

Por MIGUEL JURADO. EDITOR DE ARQ

Como otras tantas expresiones de la cultura, la arquitectura puede servir para encubrir o descubrir. Un caso ejemplar se desarrollo detrás de la Casa Rosada, en lo que hoy es la Plaza Colón. Allí, con más de 150 años, yacen enterrados los vestigios más antiguos de nuestra historia poscolonial y se está construyendo el Museo Aduana de Taylor.

A mediados del siglo XIX, en ese lugar se levantó la llamada Aduana Nueva, una construcción ladrillera semicircular del ingeniero inglés Edward Taylor. Ese fue el primer edificio público de gran envergadura construido en Buenos Aires e inauguró dos modalidades que serían tendencia: ganar terrenos al río y utilizar la arquitectura para mostrar la importancia que adquiría el puerto de Buenos Aires.

A medida que la ciudad fue creciendo, el apetito de los porteños por mostrar mayor cultura y progreso también fue en aumento. A mediados de 1880, la Aduana Nueva fue reducida a escombros y el flamante Puerto Madero ofreció una mejor imagen de potencia económica y modernidad sobre terrenos ganados al río. Al mismo tiempo, la arquitectura armaba el escenario de la representación cultural que preparaba la oligarquía. Una sucesión de edificios afrancesados y jardines a la inglesa convirtieron a buena parte de la ciudad en un remedo de capital europea. En ese momento, hasta la Casa Rosada, hoy un monumento casi intocable, estuvo a punto de desaparecer.