En el cole de mis hijos, como supongo que en todos los coles del mundo mundial, se ha puesto de moda lo de hacer pulseritas de colores con gomas elásticas. La semana pasada chantajeé vilmente a mis hijos con el tema: - Si os ducháis sin que os lo diga dos veces, me pensaré el compraros gomas para las pulseras. - Si os coméis las verduras sin rechistar, el sábado me acerco a compraros gomas para las pulseras. Ya sabéis, eso que las madres hacemos cuando no tenemos los Reyes Magos a mano. Así que, como efectivamente, se portaron bien, me acerqué a comprárselas. Oye, si lo llego a saber, lo hago antes. Qué tarde de sábado. No se oía una mosca. Las dos cabezas juntas y las manos, entretenidas, haciendo pulseras sin parar. Lo que no me imaginaba yo era la vertiente capitalista del Terro. - Mamá, ¿cuánto te costaron las gomas elásticas a ti? - Creo que un euro, ¿por qué? - Porque he vendido las pulseras que hicimos a cincuenta céntimos cada una, así que ya he ganado lo suficiente para comprar otra bolsa y quedarnos con dinero para la hucha. Este niño me saca a mí de los quirófanos, os lo digo yo. - Pero...¿te has puesto a vender pulseras en el cole? - El profe me dejó. Bueno, si el profe le dejó, ¿quién soy yo para negárselo? - Y ¿le vendiste una pulsera a Raquel o se la regalaste? Él me mira, desdeñoso, como el que se da cuenta de pronto de que su madre no tiene ni idea de nada. - ¿Tú que crees? ¡No soy idiota!
¿Vosotros que créeis?