El negocio del embarazo. La feria de las vanidades

Por Pepaj @pepajcalero

La valentía nunca pasa de moda. William Thackeray

Cuando no estaba embarazada no era consciente de la cantidad de necesidades que iba a tener después, o mejor dicho, las que la sociedad me ha creado. La que habla es una joven madre agobiada por ese bombardeo continuo y consumista que no cesa de aparecer.

Por más vueltas que le doy, la conclusión es idéntica: el embarazo es un proceso normal, fisiológico que sucede en el 90% de los casos en mujeres sanas,  que han decidido ser madre. Sin embargo navegando por ese océano de web o sencillamente paseando por la calle, aparecen magos sin chistera que solucionan con su varita mágica monetaria los, al parecer,  incontables problemas a los que se enfrenta una gestante, dando la impresión de que gestar es casi sinónimo de enfermar.

La sensibilidad propia de este estado y el bombardeo publicitario han hecho que el valor de la emotividad se convierta en necesidad, palabra más suave y vaporosa que la agresiva y vulgar consumo. Y para ello que mejor que sea a través de un enfoque multidisciplinar. Es decir, empresas, particulares, profesionales y un largo etc. que ofrecen soluciones económicas y eficientes. Una singular industria que  juega con el componente emocional, sobre todo del primer embarazo.

Y me pregunto, ¿soluciones a qué? Quizás sean soluciones comerciales de quienes buscan contemplar el embarazo como un proceso patológico del que desean obtener su parte del pastel. Un embarazo no es un problema a solucionar.

Los cuidados que las mujeres recibían de sus madres, amigos, familiares y pareja, son ahora inexistentes y al parecer perjudiciales.  Las futuras madres aparecen como dependientes de legiones de expertos cuya única misión es hacer la incómoda vida de la gestante, más placentera.

Un fenómeno ya estudiado por la psicología social. John French y Bertram Raven estudiaron las relaciones de poder en la sociedad. El poder del experto. La capacidad de poder que otorga ser competente en algo, especialmente si los otros ignoran todo o parte y se manifiesta en aceptar sus directrices sin cuestionamiento alguno.

Farmacéuticos que cuidan de las embarazadas ¿Cómo? Osteópatas que poniéndote en sus manos desde antes de la gestación hasta el parto logran una armonía corporal perfecta. Podólogos que miman con esmero los sufridos y edematizados pies. Médicos estéticos  que mediante infiltraciones en la dermis de factores del crecimiento (plasma rico y pobre en plaquetas, es textual) previenen las antiestéticas estrías. Dietistas que ofrecen valiosísimos consejos de un experto en nutrición. Fisioterapeutas que ayudan a llevar mejor el embarazo y dentistas, porque solo un odontólogo puede darte medidas preventivas para reducir las bacterias de tu boca.

A todo esto se une un arsenal de productos de belleza, prevención y ropa premamá de última moda que te hará sentirte más guapa y radiante en esta etapa única de tu vida.

¿De verdad necesitas todo ese ejército de “expertos” para estar bien? Sensatez y sentido común. Dieta mediterránea, descanso, caminar y un largo etcétera de medidas sabias y saludables que todos conocemos. Pregunta a tu matrona, es el profesional más cercano y el que mejor  te puede ayudar.

Es triste que manipulen a personas que además de grandes y fuertes, hace falta grandeza y sabiduría para querer ser madres, son más vulnerables y sensibles que en cualquier otra etapa de la vida. Ser valiente también es ser poderosa e independiente  lejos de las modas.  Piensa en ello. Eres más fuerte de lo que crees.


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