Tipo de crítica: Plumas de ayer
Título de la obra en castellano: El Nombre del Viento. Crónica del Asesino de Reyes: primer día
Título original: The Name of the Wind. The Kingkiller Chronicle: Day One
Primer tomo de la trilogía Crónica del Asesino de Reyes
Clasificación: Novela fantástica
Nuestra edición: Plaza & Janés, octubre 2009, 22.90€
Valoración: 5 sobre 5
En un mundo donde las leyendas y los cánticos reflejan muchas más verdades de las que sus relatores nunca hubieran deseado, hombres, reyes e incluso demonios habitan en medio de ciudades medievales y paisajes de cuento. Aparentemente la historia se centra en la vida de un insignificante joven de una parte remota de aquellas tierras, pero por supuesto las apariencias engañan y pronto conoceremos la fascinante historia de Kvothe, un personaje mítico que nadie se imaginaba que pudiera ser aquel callado y diligente pelirrojo que regentaba la posada de Roca de Guía. Era totalmente imposible que aquel fuera el conocido Asesino de Reyes. Sin embargo, y gracias a la intervención de un particular escribano conocido como Cronista, descubriremos toda la verdad acerca de la trepidante vida del protagonista, que incluye una universidad donde literalmente se puede aprender de todo, un amor con terribles consecuencias y las increíbles capacidades físicas y mentales del propio Kvothe.
La acción de El Nombre del Viento no decae en ningún momento de sus casi 900 páginas, ininterrumpidas gracias a la intervención constante de espadachines, alquimistas, eruditos, cantantes, trovadores y viajeros. La historia se sirve de prolongados flashbacks para explicarnos cómo acabó el protagonista autoexiliándose a un pueblo tan alejado de todo, y lo cierto es que consigue mantenerte en tensión, pero una tensión de esa que te hace morderte las uñas para conocer qué es lo que sucederá a continuación. Incluso cuando Kvothe no se encuentra relatando su pasado, es decir, en los momentos que transcurren en el presente de la historia, existe una atmósfera de calma tensa que consigue que la obra mantenga un ritmo y un tono uniformes. El personaje protagonista, pese a su extraordinaria inteligencia y habilidades, no aparece representado con la más mínima apariencia de vanidad, y si en ocasiones parece presumir, en realidad lo que simplemente dice es la verdad, lo que provoca situaciones en unas ocasiones cómicas y en otras peligrosas, con frecuencia ambas a la vez. Kvothe es muy humano, algo que nos permite empatizar sin problemas con él, quien muestra en todo momento una compleja lucha interior que raras veces deja entrever la profundidad de su dolor; por ello y mil razones más, si tuviera que definir a este personaje con una palabra sería “matiz”. Pero no sólo él: desde su fiel compañero de fatigas Bast hasta sus compañeros de universidad y sin olvidar a sus peculiares maestros, todos presentan caracteres llenos de aristas cuyas reacciones no son para nada previsibles, hecho que permite que la historia adopte numerosos giros inesperados. Respecto al universo creado por Patrick Rothfuss, está tan rematadamente bien elaborado que, a pesar de los elementos fantásticos, uno al final no encuentra tantas diferencias con nuestro mundo; después de todo las motivaciones humanas siempre son las mismas, sin importar el lugar; por otro lado, posee una atmósfera totalmente envolvente donde todos los detalles se encuentran medidos al milímetro. En cuanto a los intereses amorosos del joven, me parecen el elemento que más flaquea de toda la novela: no es la peor dinámica de pareja que haya visto escrita, ni muchísimo menos, pero le falta una chispa, un hervor más. Sin embargo, este elemento no le resta nada de potencia a esta obra donde se respiran los instintos más altos y bajos del hombre desde que Kvothe comienza a relatar sus peripecias.
En definitiva, si lo que pretendes es una lectura ligera con la que pasar la tarde sin tener que poner mucha atención, mejor coge la guía televisiva, porque una vez que comienzas El Nombre del Viento no podrás soltarlo hasta que llegues a la última palabra. Si te gustan la fantasía y las tramas sólidas y bien elaboradas, acude pronto en busca del pelirrojo de los múltiples nombres y su periplo hacia la consecución de la posesión más preciada, el conocimiento.