El ojo humano, el más real de los megapíxeles que existen.

Por Artepoesia



El cerebro humano consigue imitar la realidad con una creatividad artística sólo igualable en la actualidad a la cámara fotográfica más sofisticada. El Hiperrealismo como tendencia realista en la pintura comenzó en los Estados Unidos hace más de cuarenta años. El valor de estas imágenes está en la capacidad del pintor de conseguir plasmar una realidad fidedigna sólo a través de su pintura, de transmitir además sólo con su arte la misma emoción que un enfoque fotográfico pueda llegar, siquiera a veces, a conseguir. 
De izquierda a derecha y de arriba abajo: las dos primeras obras son del pintor británico Rob Heferran (Manchester, 1968), en donde tal vez la primera expresa una cierta esperanza frente a la segunda, donde la desesperanza es quizá la emoción más apreciada. La siguiente obra es del francés Gilles Paul Esnault (1949), Taxis de París, que simboliza aquí la ciudad como frontera. Continúa la obra del pintor chileno Guillermo Muñoz Vera (1956), Karem en el Mogambo, en donde la soledad y la tristeza son las dos emociones que poseen aquí quizá la fuerza más dominante y se unen, además, a un erotismo salvaje y desgarrador. Por último, una obra del norteamericano Jon Kassan (1977), En el metro, donde la obra pictórica simboliza más bien una disconformidad rebelde. Cuatro imágenes de mujer en donde se enfrentan el conjunto de las dos primeras, más convencionales y céntricas, con el de las dos últimas, más extravagantes y periféricas; entre ambos la ciudad, como frontera, como enlace, como medio.