"El páncreas artificial nos permitirá gozar de una vida casi normal hasta que haya cura", afirma Kelly Dunkling Reilly, enfermera y educadora de la diabetes que participó en calidad de paciente en un reciente estudio clínico con el páncreas iLet de Beta Bionics, empresa con sede en Boston. "Por primera vez en mis 24 años con diabetes, he practicado ejercicio cuando he querido y he atendido a mis pacientes sin el temor constante de la hipoglucemia". Tras más de una década de desarrollo, varios modelos de páncreas artificial han iniciado las últimas fases antes de la comercialización.
A principios de año se puso en marcha uno de los mayores ensayos clínicos hasta la fecha, con 240 pacientes de EE.UU. y Europa. Dirigido por investigadores de las universidades de Virginia y Harvard, junto con un consorcio de organizaciones, el estudio pondrá a prueba la seguridad y la eficacia de un sistema que integra una bomba de insulina, un glucómetro continuo y un teléfono inteligente. Este último contiene un algoritmo que analiza los valores de la glucemia y envía órdenes a la bomba para que suministre la dosis adecuada de insulina. Se analizarán dos algoritmos distintos.