Los médicos que están cubriendo la ausencia y atienden a Pepe que requiere un adecuado nivel de competencia y compromiso, lo hacen de forma diferente: unos se escaquean lo que pueden, otros lo atienden correctamente, otros lo atienden correcta y empáticamente y otros lo atienden como lo haría su médico de cabecera (empáticamente, con calidad científica-técnica e implicándose en la resolución de su problema).
Como quiera que la ausencia se alarga y los familiares necesitan un médico de referencia que resuelva y atienda a Pepe el tiempo que le queda de vida, acaban cambiándose de médico, tienen claro con quién no se cambiarán y si se lo permiten lo harán con el último.
El médico con el que se cambia Pepe tiene escaso reconocimiento económico y ningún reconocimiento por parte de sus superiores, además sus compañeros le achacan que no debería implicarse tanto y así no tendría tantos pacientes (trabajo).
Moraleja este médico acabará con el tiempo escaqueandose o implicándose lo que requiere el puesto, ni un ápice más.
(Esto no es una historia real, es sólo una parodia que refleja lo que quiero decir).
Parece curioso ¿pero se lo ha planteado usted alguna vez en su trabajo?. Con lo difícil que lo tienen los jóvenes en España para encontrar y consolidar un trabajo, la gente que lo tiene fijo en los servicios públicos cree que no merece la pena ejercerlo con excelencia ya que que si es un buen profesional algunas cosas se pueden volver en su contra.
Cuando vas a algunos estamentos de carácter público donde los que trabajan allí tiene un plaza ganada en un concurso público, oposición o por otras artes y se convierten en funcionarios (personas que desempeñan profesionalmente un empleo público), parece que se deja de buscar la capacidad de mejora en el trabajo, el desempeño laboral para hacer y atender mejor al que solicita tus servicios profesionales, la forma profesional, empática y con simpatía de atender personas, todo ello parece que desaparece o que mengua.¿Y porqué pasa esto? en el sector público los jefes no suelen tener en cuenta como se atiende a las personas o si atiendes más que tus compañeros, o si cumples mejor o peor con tu trabajo, ya que no hay un rendimiento económico, ni reconocimiento profesional derivado de ese trabajo bien hecho. Por tanto y como consecuencia de ello el funcionario deja de asumir responsabilidades, su rendimiento baja, dedican escaso tiempo a mejorar su forma de atender, a la autoformación en su trabajo habitual, a cumplir con los horarios, tienden a mimetizarse con el lugar si están en grupo para pasar desapercibidos o advertir de su presencia cuando están solos para que se sepa.Los médicos también a veces nos convertimos en funcionarios, a pesar de que el médico se debe, a mi entender al paciente, pero su actuación es supervisada y a veces dirigida por empleadores de sistemas públicos o privados, estos a veces buscan otros intereses además del paciente (económicos-dinero, políticos-votos, empresariales) que hace que el profesionalismo médico (el conjunto de habilidades, actitudes y valores con los que el médico demuestra que merece la confianza que el paciente y la comunidad) no sea valorado adecuadamente y esto repercuta en la atención global del paciente.
Por tanto si queremos mejorar la sanidad, deberán cambiar primero los jefes (políticos, gerentes, etc) con relación a su visión de los trabajadores públicos, segundo la sociedad deberá reconocer a los que desempeñan labores profesionales en el sector público de forma adecuada, automáticamente los médicos que trabajan en la sanidad pública se sentirán reconocidos y dejarán de sentirse simples funcionarios.