La separación legal, política y religiosa entre indígenas y no indios casi nunca se propuso aislar de manera absoluta a las dos poblaciones; es decir, en Nueva España nunca se quiso establecer un régimen de tipo segregacionista como el que existió en Sudáfrica en el siglo XX.
En primer lugar, esto no fue posible porque los indígenas siempre conformaron la mayoría de la población novohispana; en segundo lugar, porque las sociedades españolas nunca fueron económicamente autosuficientes, ni siquiera en las nuevas regiones de colonización, como en el Bajío y el norte; y, finalmente, porque el régimen colonial nunca tuvo los recursos técnicos o represivos para hacerlo.
Vinculo haciendas y pueblo
En cambio, en el ámbito económico se produjo una compleja relación entre las sociedades indígenas y las españolas, que algunos estudiosos han calificado de simbiótica; o sea, una relación en la que ambos participantes se necesitan para existir, aunque no se mezclen e incluso se opongan entre sí en ocasiones.
El mejor ejemplo de la relación simbiótica que establecieron los indígenas y los no indios en Nueva España es el vínculo entre haciendas y pueblos. Las haciendas eran propiedades rurales dedicadas a la producción comercial, sobre todo de granos, como trigo y maíz; éstas se fueron estableciendo en tierras robadas a los indígenas o que habían quedado desocupadas como resultado de las epidemias del siglo XVI.
Trabajadores en Hacienda
Peonaje
En general, las haciendas no tenían la extensión ni los recursos económicos como para contratar de manera permanente a todos los trabajadores que necesitaban; sólo podían mantener a un pequeño grupo de empleados, a los que llamaban peones.
Repartimiento
Así, para la época de siembra y cosecha recurrían de manera temporal a los trabajadores indígenas de los pueblos, quienes eran organizados mediante un mecanismo llamado repartimiento.
Trabajar en las haciendas por temporadas no era un mal negocio para los indígenas, aunque los salarios eran muy bajos. Ese trabajo no era necesario para su subsistencia, ya que para ello contaban con las tierras de sus
pueblos, de las que obtenían los productos para su sustento. En cambio, los indígenas necesitaban dinero en efectivo para el pago del tributo real. De este modo, los indios trabajaban a cambio de un dinero que les permitía conservar sus instituciones autónomas (las repúblicas o cabildos indígenas), mientras que las haciendas se aseguraban de contar con los trabajadores eventuales que necesitaban.
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