El poder de preguntar

Publicado el 23 noviembre 2016 por Luna W. @lathibule

Últimamente estoy reflexionando mucho sobre un tema que creo que no se trata muy a menudo. Y quiero compartirlo, quiero saber si hay alguien que se siente igual que yo. Hagamos una prueba, muy fácil. Pregúntate a ti mismo cuando fue la última vez que le preguntaste honestamente a alguien cómo estaba y escuchaste su respuesta hasta que terminara de hablar. Porque sí, porque te importaba saber qué pasaba en la vida de esa persona. Ahora dime, ¿cuánto hace de eso?
Las respuestas serán muy variadas. Unos quizás hace menos tiempo, otros ni se acordarán. Otros quizás se habrán reído de la estupidez de la pregunta. Pero no, si te paras a pensarlo, no es (o no debería ser) una estupidez. ¿Por qué nos molestamos tan poco por los demás? ¿Por qué no preguntamos más a menudo algo tan sencillo como un "cómo estás"?
De acuerdo, todo el mundo tiene problemas como para ir preguntando por los de los demás. Todo el mundo quiere que le escuchen en algún momento de su vida. ¿Pero nadie se ha dado cuenta de que primero se debe dar, para después recibir?
Hay veces que nos encontramos con algún viejo conocido que hace tiempo que no vemos y le preguntamos qué tal le van las cosas. ¿Cuántas, de todas esas veces, son reales esas preguntas? ¿Cuántas, de todas esas veces, las hacemos con el corazón? ¿Cuántas, de todas esas veces, queremos realmente saber la respuesta? Pocas, muy, muy pocas. Y no nos damos cuenta.
Dejando a esa gente de banda, hablemos de las personas que intervienen en nuestro día a día. Esas con las que nos cruzamos, esas a las que llamamos amigos o compañeros de clase o de trabajo. A esas personas, ¿cuántas veces les preguntamos cómo están? Parece que por el simple hecho de verlas constantemente, sepamos cuál es su estado de ánimo, cuando muchas veces no es así. Ni mucho menos. Prejuzgamos sin preguntar algo tan básico, algo tan sencillo.
Y entonces llega un día en el que una persona realmente muestra al mundo que no está bien. Y empiezan a llover los "¿qué te pasa?", como si fuera una cosa del otro mundo, como si su comportamiento no fuera el correcto. Y esos "¿qué te pasa?" hieren, hieren más de lo que pensamos. Porque demuestran que no reparamos en esa persona amiga. No nos molestamos en saber qué pasa por su mente. Aunque quizás sea involuntario. Aunque quizás sí que nos importe.
No es tan difícil. Haced la prueba. Mañana por la mañana, preguntad "¿cómo estás?" a alguien que os importe. Y pararos a escuchar su respuesta. Dejar de ser egoístas por un momento. Quien sabe, quizás acabáis alegrando el día a alguien, o quizás os cuenta algo que os puede servir para un futuro. De todo se aprende. Sea como sea, la recompensa será gratificante. Quizás hasta os pregunte cómo estáis a vosotros.
Pensarlo. Vale la pena, ¿no?
Y vosotros, ¿cómo estáis?