El precio del estrés

Por Gonzalo


Cuando nos hallamos ante una serie de acontecimientos que provocan estrés, mantenemos un alto nivel de excitación sin descanso. Esto puede continuar durante largos períodos hasta el punto de llegar al agotamiento, que fuerza el reposo.

Una situación de estrés crónico causa una irregularidad o un desequilibrio en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo, de modo que tiene lugar un alto nivel de activación con muy poco estímulo.

Estrés Crónico

Las células del sistema nervioso autónomo se vuelven hiperactivas y responden a la menor provocación. Se empiezan a observar patrones de irregularidad en la tensión muscular y desequilibrios en los patrones de flujo sanguíneo.

Esto puede contribuir al desarrollo de enfermedades como el asma, ciertos tipos de dolores de cabeza y el síndrome de colon irritable, donde hay dolor y diarrea sin que haya infección.

El Asma

Las distintas clases de estrés provocan estos cambios. Se han realizado muchas investigaciones sobre lo que se denomina el estrés de los cambios de vida.

Se descubrió que la gente que había tenido muchos cambios significativos en su vida durante un corto período -pérdidas por muertes, inicio o ruptura de una nueva relación, tener o perder de pronto mucho dinero, problemas legales, la compra de una casa- tenían una mayor probabilidad de enfermar al año siguiente o en un tiempo similar.

A la gente le gusta la rutina y ésta es buena hasta cierto punto. Demasiados cambios rápidos aumentan la probabilidad de contraer enfermedades. La investigación sobre el estrés de los cambios de vida fue la primera llevada a cabo en Occidente, pero la mayoría de las personas no experimentan estos tipos de cambios extremos en sus vidas cotidanas.

No obstante, todos experimentamos otros tipos de estrés, como las prisas diarias, perder algo y tener que buscarlo, tener demasiadas cosas que hacer, tener que hacer muchas llamadas, los atascos de tráfico, tener que hacer muchos recados durante el día, todas las pequeñas cosas de la vida se van acumulando.

Cada vez que algo nos aflige, provoca una activación del sistema nervioso autónomo. Si no tenemos alguna forma de desapegarnos, de volver al punto de partida, entonces se acumula el estrés y hace que el organismo humano se encuentre en un estado de gran excitación. Al cabo  del tiempo esto puede provocar problemas de salud.

Otros factores de estrés son los ambientales: la exposición al frío, la contaminación química, la sonora, la electromagnética. Incluso cosas como el movimiento, volar en avión, pueden ser estresantes.

El estrés social puede acontecer a raíz de vivir en ciudades, por estar en sitios superpoblados o demasiado desérticos y por luchar contra los demás. Hay muchos tipos de estrés por el estilo de vida: una dieta insuficiente o desequilibrada, tomar alcohol, fumar, consumir drogas. La presión del tiempo por tener muchas fechas límite también puede causar estrés, como también lo puede provocar el exceso de ejercicio o no hacerlo en absoluto.

La gente que tiene rutinas regulares suele tener menos estrés que las personas que tienen rutinas variables u horarios impredecibles, como las enfermeras que trabajan en un turno diferente cada día  o los bomberos que nunca saben cuándo van a tener que salir a apagar un fuego.

De todos modos, las personas han empezado a darse cuenta de que el problema no es el estrés. Éste no es más que un acontecimiento externo. Algunas pueden hallarse en situaciones que objetivamente son muy estresantes y mostrar muy poca reacción biológica.  Otras, en cambio, producen esta activación autónoma en situaciones que para la mayor parte de ellas no son biológicamente estresantes.

¿Cómo podemos explicar esto? No es sólo el acontecimiento en sí mismo, es el modo en que la mente lo interpreta y cómo le hace frente.

Hay dos formas de hacerlo: una saludable y otra no tanto. Los ejemplos de formas saludables suponen un enfoque activo para resolver el problema; o adoptar una visión distinta del mismo, de modo que ya no resulte un conflicto. Otro método es el de hacerse cargo de las emociones que van surgiendo en una situación de estrés, hablando o estando en contacto con otras personas.

Las formas poco saludables incluyen reprimir o negar el problema, desear que éste desaparezca o fantasear sobre un estado más placentero. En lugar de hacerle frente, la persona está constantemente intentando huir del mismo. El problema no desaparece y, aunque la mente esté en otra parte, el cuerpo todavía tiene la reacción.

Otros ejemplos de no tratar correctamente las emociones son el sentido de culpa y la insensibilización. Culpabilizarse es una forma de odio hacia uno mismo típica de los occidentales. La insensibilización consiste en que las personas pierden su capacidad de ser conscientes de los sentimientos a consecuencia de un trauma psicológico extremo, como pueden ser los malos tratos.

fuente:  LA SALUD EMOCIONAL, Conversaciones con el Dalai Lama sobre la salud, las emociones y la mente   (DANIEL GOLEMAN)