El precio del rescate de España

Publicado el 11 junio 2012 por Joaquim

El sábado 9 de junio de 2012 es un día que quedará grabado en la Historia de España. Hacia las cuatro de la tarde de esa jornada, el Eurogrupo votó el rescate para España por un importe máximo de cien mil millones de euros. Solo hubo dos votos en contra, los de Finlandia y Holanda. Europa declaraba de modo sino oficial sí oficioso la quiebra del sistema financiero español, un suceso cuyas consecuencias futuras están por medir.
La resolución adoptada por el Eurogrupo tiene carácter obligatorio para España, y constituye una imposición, un diktat,  no la respuesta a una petición del Gobierno español como sostiene éste ahora, en la enésima mentira con la que nos afrentan en público estos pillastres que dirige -o eso dicen- Mariano Rajoy. Basta leer la prensa internacional generalista o especializada para comprobar que el rescate de la banca española le fue impuesto contra su voluntad  al Gobierno español, que se resistió a él hasta el último minuto, aunque ahora en su estulticia pretendan vendernos este enorme fracaso como un triunfo personal de Rajoy. En realidad estamos ante la más sonora derrota del cobarde Rajoy, del irresponsable Rajoy, desaparecido estos días bajo la cama mientras Guindos, su ministro de Economía, el verdadero presidente de facto del Gobierno español, intentaba a la desesperada minimizar los daños en Bruselas.
En definitiva el préstamo se hace al Gobierno español, no directamente a las entidades bancarias como quiere hacernos creer la propaganda del PP. Es el Gobierno español quien deberá administrar las ayudas a los bancos, constituyéndose en fiador del retorno del capital y los intereses del préstamo. Por tanto, los avalistas del préstamo europeo somos todos los ciudadanos españoles actuales y nuestros descendientes por varias generaciones,vía Presupuestos Generales del Estado; es decir, a través de nuestros impuestos. Ahora sí que vamos a empezar a hablar de déficit público de verdad, y por muchos años. Porque lo que está meridianamente claro es que los bancos españoles no devolverán jamás ni un céntimo del préstamo.
Más: el Fondo Monetario Internacional intervendrá el Banco de España, directamente o a través de los mecanismos de control financiero europeo. Simplemente no se fían del Gobierno español ni de las instituciones de control españolas. Razón no les falta, visto el sindiós en el que la banca española ha vivido revolcándose en los últimos años con la complicidad del Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores y resto de "reguladores", tan felices ellos de compartir la charca con sus "regulados".
Se fían tan poco que no nos van a dar todo el dinero, sino que lo facilitarán en plazos sucesivos en función del cumplimiento de las tareas impuestas. Es decir estamos ante un rescate por etapas, que se irán sucediendo a medida que se cumplan los plazos y se ejecuten las condiciones marcadas para cada momento. Porque si hay algún imbécil que se crea eso de que las obligaciones contraídas por el Gobierno español para que se haga efectivo el rescate consisten únicamente en asegurar que se paguen los intereses al tres por ciento del capital prestado, es que tiene menos cerebro todavía que el pobre Rajoy.
Lo ha dicho gráficamente Pérez Rubalcaba, el líder del PSOE: ni nos ha tocado la lotería del Euromillón ni han venido los Reyes Magos a vernos. No. Los Gobiernos europeos con el alemán al frente, han decidido salvarnos de la ruina económica (que no de la quiebra financiera) por el procedimiento de quedarse con las arterias y las venas del país a cambio de inyectarnos sangre donde solo quedaba aire.
Por decirlo de modo aún más escueto: los euros que a partir de ahora se emitan en España deberían llevar grabada la efigie de Angela Merkel, en vez de la de Juan Carlos I.
En la imagen que ilustra el post, Mariano Rajoy, probablemente el dirigente político más irresponsable de Europa, gesticula durrante el partido de fútbol España-Italia en Polonia, cuando no habían pasado 24 horas del rescate financiero de su país. Su homólogo italiano no asistió al partido.