Porque los problemas grandes siguen siendo igual de grandes cuando me las calzo, pero yo sí que me hago pequeñita como un ratón y los graves asuntos ya no saben donde encontrarme.
Hay veces que mi felicidad aparece escondida en las cosas más pequeñas. Porque en estos
dias, tratar los asuntos grandes me viene redundantemente grande y sin
embargo los pequeños aun los puedo manejar con algo de feliz soltura. Y ese es
el tipo de felicidad que me producen mis bailarinas de ratoncillos de Marc by Marc Jacobs, la de las cosas diminutas. Como el fantasma de las temporadas pasadas,
aparecieron por sorpresa hace dos meses en una pagina de megasaldos en internet con
un precio cinco veces menor que el del año pasado y a pesar de mi
apretada cuenta era demasiado tentador. Y ahora después de una larga espera ya se esconden por mi habitación.
Porque los problemas grandes siguen siendo igual de grandes cuando me las calzo, pero yo sí que me hago pequeñita como un ratón y los graves asuntos ya no saben donde encontrarme.
Porque los problemas grandes siguen siendo igual de grandes cuando me las calzo, pero yo sí que me hago pequeñita como un ratón y los graves asuntos ya no saben donde encontrarme.