El entorno importa: viajar es leer y leer es viajar
Al final he leído más de 60 libros este año. He superado con creces el reto. Quizás no lo debería ni llamar de reto porque no me supuso ningún esfuerzo: decidí llevar mi kindle a todos los lugares así que los tiempos de espera se conviertieron en tiempos de lecturas. Los viajes en avión: medio libro. Bajar a Barcelona en autobús (40 min): dos capítulos. Espera en el médico: un capítulo. Me convertí en la persona más paciente del mundo, fruto de un libro en el bolsillo.
Ficción, humor, desarrollo personal, investigación
Este año he leído de todo: para ampliar mi horizonte, para divertirme, para ser más culta. He leído clásicos gracias a un curso de literatura. He ampliado lo que ya sabía del té verde. He refrescado mi conocimiento de género y transexualidad. Me he divertido con las Sombras de Grey, Juego de Tronos, brujas y vampiros. Me he inspirado con libros sobre emprendeduría. He leído sobre cocina y meditación, sobre felicidad y poker, sobre psicología y minimalismo. Había libros que me encantaron y libros que me sacaron de quicio, libros fáciles de leer y libros que parecían montañas intimidadoras. Y aquí estoy, mucho más consciente de que no sé nada y a la vez mucho más segura de lo que me mueve.
Leo para relajarme, para debatirme, para cuestionarme
La gran ventaja del a lectura es que a lo mejor te sorprende y te pone a prueba. Si no te gusta una entrada de un blog, cierras el navegador. Con un libro es diferente: lo leerás hasta el final y aunque no estés de acuerdo con el autor, te habrá “obligado” en cierta forma a crear tus propios argumentos, a debatir mentalmente por qué no estás de acuerdo. Habrás aprendido algo, sin poder huir tan fácilmente como en internet.
Quién sabe, a lo mejor, mis propios libros y manuales también tendrán este efecto.