El Rey Juan Carlos I y su yerno Iñaqui Urdangarin
Le habían preparado un programa muy completito. A las 5 de la tarde de aquel lunes 7 de noviembre, el Rey debía visitar la 50ª edición del Salón Náutico de Barcelona; sobre las 7,30 se había comprometido a inaugurar una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de la ciudad, y como fin de fiesta Javier Godó se preparaba para agasajarle en su domicilio con una cena privada,.......Pero a primera hora de la mañana de ese lunes, en Zarzuela se recibió una llamada desde el ministerio del Interior alertando del inminente registro judicial de la sede del Instituto Nóos, fundado por Iñaki Urdangarin, duque de Palma, esposo de la infanta Cristina de Borbón, por parte de una comisión policial encabezada por el fiscal anticorrupción de Baleares, Pedro Horrach, bajo la orden del juez José Castro, instructor del caso Palma Arena. Y allí fue Troya. Tras parlamentar con el Jefe de su Casa, el propio Rey tomó la decisión de suspender el viaje a Barcelona......... Menos de un mes después de aquel registro, el caso Urdangarin se ha convertido en un escándalo monumental que afecta de lleno a la Casa Real española. Hoy existen pocas dudas de que el antaño experto balonmanista,..................., va a terminar en el banquillo si es que el Rey, que se involucró de lleno ante el Constitucional a la hora de impedir que su amigo Alberto Alcocer diera con sus huesos en la cárcel tras el caso Urbanor, decidiera cruzarse de brazos en un asunto que directamente afecta también a su propia hija, séptima en la línea de sucesión al trono de España, cosa que está por ver. El informe que la Agencia Tributaria acaba de entregar al juez Castro ofrece pocas dudas de la operativa del Instituto Nóos de Estudios Estratégicos de Patrocinio y Mecenazgo, …..que, a lo que parece, no pasaba de ser un señuelo -“sin ánimo de lucro”, eso sí- con el que sacar dinero a las Administraciones mediante la simulación de unos trabajos ficticios a los que se fijaba un precio abusivo. La tarjeta de visita del duque –lo que convierte a este escándalo en algo muy especial- era su condición de esposo de la hija del Rey de España........... Para hacerse con los fondos que recibía el Instituto, la pareja se valía de la promotora inmobiliaria Aizoon, propiedad al 50% de Urdangarin y de la infanta, descrita por el juez Castro como “un instrumento para vaciar las arcas” de Nóos utilizando para ello facturas falsas, y para posteriormente adquirir inmuebles con el dinero transferido. Lo que era de dominio público –la súbita riqueza de una “pobre” pareja- se ha convertido en proceso judicial. El escándalo que hoy sacude a la familia real llega en el peor momento para la institución monárquica.…......... Y en un momento en que el prestigio de la institución entre los ciudadanos está en su punto más bajo, como acaba de demostrar la última encuesta del CIS, circunstancia a la que ha contribuido la evidente “contaminación” –cuando no expresa manifestación de simpatía (“un hombre muy honesto, que no divaga y que sabe muy bien por qué hace las cosas”)- del titular de la Corona con el zapaterismo ramplón que hemos sufrido en los últimos ocho años. La propia imagen del Monarca, con ese su aspecto abotargado, el ojo izquierdo morado y las tiritas en forma de cruz griega sobre una nariz empeñada en mostrar los estragos causados del paso del tiempo, exhala un cierto aire a fin de fiesta, a descontrol, a desintegración incluso, a sálvese quien pueda. Los problemas llegaron con la salida de Sabino Los medios de comunicación, a derecha e izquierda, se han subido al carro de las revelaciones de El Mundo..........Pero la solución al problema, a mi modesto entender, no está en que Urdangarin deje de hacer el maula. Quien no debe, no debería, hacer negocios es el propio Rey. Al final, el yerno vasco del Monarca ha terminado haciendo lo que ha visto hacer en casa. En la Casa Real. “Aquí todos sabíamos lo de Iñaki, lo sabíamos desde el principio. Al contrario que el de Soria (Marichalar), una buena persona, un tontorrón, se notaba que éste era un trepa que venía dispuesto a aprovecharse del matrimonio. Muy pronto supimos que usaba la Casa como tarjeta de visita, pero ni yo ni nadie vimos nunca que su conducta mereciera censura alguna no ya de la infanta, a la que gustan las mismas cosas que a él, sino por parte de la Reina o del Rey”. También lo sabía el CNI,..........Confieso que lo ocurrido no me ha producido ninguna sorpresa, hace trece años dejé escrito en El Negocio de la Libertad, que todo, o casi, empezó con la desgraciada salida de Sabino Fernández Campo de la Casa Real.............Desprovistos de jerarquía y, lo que es peor, de auctoritas, los sucesores de Sabino se han dedicado a contemporizar...............El resultado a la vista está. Hacia la abdicación de Juan Carlos I En el prontuario de los defensores a ultranza de don Juan Carlos, que no de la Corona, figura el argumento de que el Monarca es el mejor embajador de las empresas españolas en el extranjero y que es normal que trate de ayudarlas a conseguir contratos aquí y allá, como hacen todos los Jefes de Estado..............La última de estas operaciones tiene que ver con el fabuloso contrato -6.736 millones de euros- logrado por un consorcio español liderado por Adif y Renfe para construir el tren de alta velocidad entre Meca y Medina, donde los servicios del Rey han resultado claves ante el monarca saudí para inclinar la balanza a nuestro favor frente a la durísima competencia francesa........... Si las andanzas de Manuel Prado y Colón de Carvajal, ….. interesó en su día (solo) a una cierta elite capitalina, el escándalo Urdangarin, por el contrario, ha llegado a la calle, ….... Sumida en una de las crisis más dramáticas de su reciente Historia, España está para cualquier cosa menos para abrir ahora el viejo melón de monarquía o república como forma de Gobierno. La solución podría pasar por la abdicación de don Juan Carlos en favor de su hijo, el príncipe Felipe, un hombre al que por fortuna no se le conocen escándalos económicos. Quizá sea llegado el momento de que los españoles usemos la inteligencia, allí donde tantas veces tiramos de vísceras.