Cuando David reinó en Israel, Dios le prometió paz, estabilidad, honor y descendencia. También prometió una casa donde Dios habitaría para siempre, pero esa casa no la construiría él sino su hijo Salomón. Después de ser proclamado rey, Salomón se casó con la hija del faraón de Egipto y aumentó su poder y esplendor. Construyó un nuevo palacio, un templo para Dios y un muro que rodeaba la ciudad de Jerusalén. En una ocasión, Dios se le apareció en sueños y le dijo que le pidiera lo que quisiera. Salomón le pidió sabiduría para gobernar y para distinguir entre el bien y el mal. A Dios le agradó la petición de Salomón y le concedió sabiduría, pero también le dijo que le iba a dar tantas riquezas que ningún rey podría compararse con él.
Dios cumplió con su promesa y le dio a Salomón sabiduría, riquezas y esplendor en su reinado. Fue tanta la sabiduría dada a Salomón, que ejerció como rey, juez y administrador del reino. Además, hizo que Israel creciera en fronteras, en número de habitantes, en prosperidad y en poder militar.
Cuando Salomón terminó de construir el templo para Dios, mandó trasladar el Arca del Pacto y sus utensilios. Era un templo donde todo estaba hecho a base de oro, plata, bronce,y madera de cedro. En presencia de toda la congregación de Israel, Salomón oró al Señor y le pidió que habitara en el templo, que oyera la voz de su pueblo, que perdonara sus pecados y que hiciera justicia. Dios oyó la oración de Salomón y consagró el templo para habitar allí para siempre. Después hizo un Pacto con él: le prometió que nunca le faltaría un descendiente en el trono a cambio de que lo siguiera y obedeciera sus mandamientos, como lo hizo su padre David. Como Salomón desobedeció a Dios uniéndose con mujeres no israelitas que adoraban a dioses ajenos, Dios castigó a su hijo Roboán, quitándole el esplendor y el poder que tuvo Salomón, para darle un reinado corto y limitado.
Como enseñanza, vemos que Salomón no pide a Dios larga vida, ni riquezas, ni la muerte de sus enemigos. Por eso, Dios lo exaltó y le dio la sabiduría que pidió y además le dio las riquezas y el esplendor que no pidió. Salomón escribió los proverbios de la Biblia, uno de ellos dice que vale más la sabiduría que el oro y la plata. En efecto: con sabiduría uno puede hacer negocios y trabajos para obtener riquezas. Pero si uno pide a Dios dinero y no responde, puede ser porque Dios ve orgullo en nuestro corazón, desobediencia, hipocresía u otras causas que no le agradan a él.
David proclama rey a Salomón:
“Y el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey. Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y montad a Salomón hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón; y allí lo ungirán el sacerdote Sadoc y el profeta Natán como rey sobre Israel, y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón! Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.” 1ª Reyes 1:32-35
El sueño de Salomón:
“Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé. Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, porque él anduvo delante de ti en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo; y tú le has reservado esta tu gran misericordia, en que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día. Ahora pues, Jehová Dios mío, tú me has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre; y yo soy joven, y no sé cómo entrar ni salir. Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud. Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande? Y agradó delante del Señor que Salomón pidiese esto. Y le dijo Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú. Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria, de tal manera que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días. Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.”
1ª Reyes 3:5-14
Salomón ora al Señor:
“Jehová Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti con todo su corazón; que has cumplido a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como sucede en este día. Ahora, pues, Jehová Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No te faltará varón delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden mi camino y anden delante de mí como tú has andado delante de mí. Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre. Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar. Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona. Si alguno pecare contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa; tú oirás desde el cielo y actuarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío y haciendo recaer su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia…” 1ª Reyes 8:23-32
Dios responde a la Oración de Salomón:
“Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días. Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará varón de tu descendencia en el trono de Israel. Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis; yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y refrán a todos los pueblos; y esta casa, que estaba en estima, cualquiera que pase por ella se asombrará, y se burlará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y dirán: Por cuanto dejaron a Jehová su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron y los sirvieron; por eso ha traído Jehová sobre ellos todo este mal.” 1ª Reyes 9:3-9
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