Tuvimos una casita en Trevi. Por unos pocos días la tuvimos y estaba tan cerca de la Fontana que al abrir la puerta llegaba hasta nosotras il rumore dell’acqua, el frescor de la brisa y los deseos de aquellos que perennemente acudían a ella llevados por la esperanza de que se realizaran sus anhelos, sus sueños de amor, su confianza en gozar de buena salud, sus proyectos de vida, sus ilusiones de un futuro mejor y siempre, siempre, con la certeza de que al tirar una monedaen sus claras aguas regresarían a Roma, la Ciudad Eterna.
Fontana di Trevi en Roma. Fotografiada por la autora del relato.