El Sexo es Mucho Más que Placer Físico

Por Hogarismo

Somos una sociedad hambrienta de amor profundo y significativo. El sexo parece ser el sustituto de la intimidad. En algún lugar, entre las niñas que sueñan con un romance de cuento de hadas y los niños que son criados para negar su ser emocional, hemos creado un monstruo: el sexo. Uno no tiene que mirar muy lejos para ver las reliquias de nuestra conciencia colectiva.

El sexo aparece en todas partes: anuncios de televisión, películas, periódicos, y vallas publicitarias alinean sus mensajes con cuerpos desnudos o casi desnudos (principalmente de mujeres) que han sido perfeccionados, compuestos y retocados. Las faldas de muchas mujeres parecen ponerse más cortas en un intento desesperado por llamar la atención, mientras que muchos hombres jóvenes (y no tan jóvenes) todavía miran boquiabiertos, acosan sexualmente, o explotan a las mujeres activamente.

Parece que estos despliegues descarados de sexo y de sexualidad son, en realidad, personas que están “buscando el amor en todos los lugares equivocados.

El atractivo de las personas es algo subjetivo, y sólo porque los medios de comunicación y la industria de la moda tratan de vender una apariencia particular como atractiva, eso no hace que lo sea… y ciertamente no para todos.

La belleza realmente está en el ojo del espectador, no en el lavado de cerebro al que estamos sometidos socialmente.

La mayoría de la gente acepta la noción que tiene la sociedad sobre el “amor”, como el despliegue superficial de sexo y de cuerpos que los rodean en todo momento.

Sólo existe una manera de tener una relación amorosa, con significado y profunda, que esté llena de intimidad: aprendiendo a amarse y respetarse a uno mismo.

Una vida sexual satisfactoria viene de la auto-aceptación y el auto-respeto. El sexo sagrado, o más acertadamente, el amor sagrado, es el resultado de creer que vales el amor, la atención y el aprecio que otro ser humano tendrá por ti, y de no aceptar nada menos. Al ganar respeto por ti mismo, aprendes a evitar relaciones donde hay poco respeto mutuo y la consiguiente falta de intimidad (relaciones que pueden tener cantidades abundantes de sexo o ninguno en absoluto). De cualquier manera, estas relaciones sexuales pueden tener nada que ver con el amor, particularmente con el amor sagrado.

El sexo sagrado es el resultado de una enorme cantidad de trabajo emocional en uno mismo y en la relación de uno. Es el subproducto de la intimidad que se inicia con la forma de tratarte a ti mismo, a tu pareja, y cómo eres tratado a cambio. Por supuesto, las relaciones no están siempre llenas de dicha. A veces, pueden ser realmente duras. Sin embargo, en su núcleo, es necesario que haya respeto.

Este respeto se inicia, en primer lugar, con uno mismo. Cuando una persona realmente se respeta a sí misma, respeta a la pareja que elije. Cuando se respeta a la pareja, se le trata como un igual, en todos los aspectos, incluyendo las labores domésticas, las finanzas, el cuidado de los niños, el amor y la intimidad. Mucho antes de que haya sexo sagrado en el dormitorio, ya hay una base de sexo sagrado en otros aspectos de la vida.

Uno no puede asumir que la pareja estará lista para hacer el amor al final de un día largo, cuando ha tenido la responsabilidad exclusiva de limpiar la casa, preparar las comidas y cuidar de los niños. Una distribución desigual del trabajo y las responsabilidades no es la materia de las relaciones amorosas y el respeto mutuo. Puede ser común, pero no es la base de la santidad en una relación. Tampoco lo es insultar o menospreciar al compañero, tratarle a él o a ella como ama de casa, objeto sexual, trofeo o niñera.

El sexo es parte de una relación sana, no lo que sustituye esa relación. El sexo sagrado tiene poco que ver con el acto de tener relaciones sexuales, y mucho más que ver con la intimidad física, emocional y espiritual, y con el compromiso, el amor y el respeto; lo que puede o no resultar en hacer el amor físicamente. Cuando una relación tiene todos estos componentes, la expresión de ese amor poderoso y bello resultará probablemente en sexo sagrado, el del tipo físico, emocional y espiritual.

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