El Burnout, también conocido como “Síndrome de estar quemado”, es un trastorno psicológico vinculado al estrés laboral. Aunque estos dos términos no son equivalentes, sí están estrechamente relacionados. Este trastorno es considerado por muchos autores como la última fase de un proceso en el que el sujeto mantiene un continuo estrés en su entorno laboral.
Los estudiosos que bautizaron este trastorno fueron Edelwich y Brodsky, los cuales establecieron las cinco etapas del proceso como:
- Etapa de entusiasmo: el trabajador comienza experimentando una energía y motivación desbordante, tiene altas expectativas de futuro y los problemas son vistos como algo insustancial y pasajero.
- Etapa de estancamiento: durante esta etapa el sujeto comprueba que sus expectativas no se cumplen y los objetivos son difíciles de conseguir. Por otra parte, comienza a notar que el esfuerzo no obtiene la suficiente recompensa y que no tiene los recursos necesarios para hacer frente a los problemas que se le presentan, lo cual desemboca en un problema de estrés laboral.
- Etapa de frustración: durante esta etapa se produce la desilusión y la desmotivación laboral, a lo que se le pueden asociar síntomas físicos, emocionales y conductuales. El comportamiento del trabajador cambia completamente y comienzan a darse conflictos con su entorno (clientes, compañeros, etc.).
- Etapa de apatía: el cinismo y la despreocupación laboral lideran esta etapa. El sujeto pierde la esperanza en que la situación se solucione, lo que le lleva a adoptar una postura defensiva con su entorno.
- Etapa de burnout: en esta etapa entran en juego las tres dimensiones características del burnout: agotamiento emocional, despersonalización (actitud de indiferencia y hostilidad), y baja realización personal. El trabajador se ve incapaz de seguir con la situación, llegando incluso a abandonar su trabajo.
El “Síndrome de estar quemado” tiene carácter cíclico, por lo que aunque se cambie de trabajo u ocupación, nada garantiza que no vuelva a repetirse. Tal y como queda comprobado, el actor principal que provoca este trastorno es la insatisfacción laboral, presente en todas y cada una de las etapas, independientemente de la de entusiasmo, más considerada como una fase previa.
El burnout afecta al individuo en su salud fisiológica, emocional e incluso en su forma de comportarse con sus seres queridos.
Las autoras Maslach y Jackson crearon el MBI, un instrumento de medida del burnout, que determina si una persona padece o no el síndrome, así como la dimensión que afecta en mayor medida a cada persona. Con ello quedó demostrado que las mujeres son más dadas a sufrir un agotamiento emocional, mientras que los hombres padecen más a menudo la despersonalización.
Soluciones al burnout
La mayoría de los autores coinciden en que más vale prevenir que curar, y evitar esta situación es fundamental para reducir los síntomas del burnout. Este síndrome es considerado como la fase final en un proceso continuo, por lo que es más sencillo paliar sus efectos desde el principio. Por tanto, la mejor curación es una mezcla entre prevención e intervención.
Sin embargo, para evitar el “Síndrome de estar quemado”, has de tener en cuenta los siguientes consejos:
- Establece objetivos realistas en tu labor, teniendo en cuenta tanto tus capacidades como tus limitaciones.
- Huye de la rutina y dota tus días de mayor libertad personal.
- Realiza pausas para descansar, e intenta no llevarte trabajo a casa.
- Dota de más importancia a los éxitos y gratificaciones que a los fracasos.
- Fomenta el crecimiento personal reconociendo tus errores.
- Por último, es importante relajarse y desconectar, así como gestionar tu tiempo de manera satisfactoria.