Poco a poco nos hemos ido reincorporando todos al trabajo para afrontar un largo otoño e invierno hasta que regresen otra vez esos días de ocio y vagancia, lejos de la oficina, tu jefe y los plastas de tus compañeros.
Vamos con ojeras por la oficina, apáticos y tristones.
Enciendes el ordenador. Un clásico: siempre olvido la contraseña. Pruebo una, otra y otra … usuario bloqueado. Llamo a los informáticos: - Erika, siempre igual con la contraseña. ¿Por qué no te la apuntas antes de irte?
¡Qué agresividad! Con lo relajada que venía yo.
Entonces aparece mi jefe. Estaba tardando. ¿Te crees que me pregunta qué tal y como me fueron las vacaciones? Noooooo ¿Para qué? No le importa:
- Buenos días, Erika, necesito el informe de las ventas del último mes.- Buenos días, antes de eso ¿no nos reunimos para que me pongas al día de las últimas novedades?- ¡Bah! Eso ya lo irás viendo cuando vayas leyendo los emails. Si tienes alguna duda me preguntas. Ahora necesito el informe para la reunión de las 10.00.
Cuando consigo mi nueva contraseña y me pongo con el informe, empieza a sonar el teléfono. A mi me entra una llamada cada 10 minutos aproximadamente. Clientes o compañeros, da igual. Que si ya era hora de que volviera, que si necesitan esto o aquello, que si el plazo de tal gestión acaba mañana …
Dicen que el primer día debes gestionar los temas tranquilamente y hacerlo solo con aquellos que sea urgente y que ya no pueda esperar más.
¿Quién determina la prioridad? Para mi jefe todo es para antes de ayer. Si no lo hice ya, es que no soy suficientemente proactiva. Es lo que tiene trabajar con la moda de la política del alto rendimiento. A veces parece un campo de concentración.
Cuando acaba la jornada, estoy agotada por no haber parado en todo el día. No he tenido tiempo ni de mirar el reloj para ir, haciendo el countdown de los minutos que me quedan para salir huyendo allí.
Si me incorporo en lunes, cuando llega el miércoles es como si lo de las vacaciones hubiera sido un sueño, más que una realidad. Menos mal que haces fotos como prueba de que sí estuviste en la hamaca todo el día y no una alucinación por haberte fumado unas hierbas caducadas.
Síndrome postvacacional. Estos días se habla mucho de él en las noticias en la tele, en la radio en la prensa. Y yo me muero de la risa con las recomendaciones y consejos que dan. ¿Porqué? Por esa costumbre de darle la vuelta a la tortilla y sugerir que es culpa del trabajador y no de la empresa.
Dicen que el síndrome o depresión postvacacional lo sufren uno de cada tres trabajadores en España. Soy una de ellos. Efectivamente, prefiero estar tirada a la bartola en la playa a estar 8 horas sentada entre cuatro paredes.
Que un trabajador no esté contento podría significar que ellos no hacen bien su trabajo de retención y fidelización de empleados. No sé, es mi opinión.
Esto me lleva a otro punto. La política del miedo. No sé en tu empresa pero en la mía siempre nos están asustando con lo mal que está la situación por ahí fuera, el porcentaje de desempleo y lo complicado que es encontrar trabajo en otro sitio. Siempre nos dicen:- ¿dónde vas a estar mejor que aquí? - No sé ¿qué haces tu por mi? ¿te crees que con pagarme a finales de mes es suficiente? ¿y eso de meterme miedo en el cuerpo es una nueva forma de motivar o que?
El problema no es sólo del trabajador, también de la empresa que le crea expectativas e ilusiones al empleado en la entrevista de trabajo y luego no lo cumple.
Me temo que los de RRHH todavía no saben que el 41% de los empleados contratados de este país están actualmente buscando trabajo para cambiarse de empresa. Puede llevar más o menos tiempo. Al final se irán.
Unos se irán y otros llegarán. Puede que incluso que peores condiciones que los se fueron. Por tanto, genial para la empresa, se libra de ti y se ahorrará un dinerito en contratar a un nuevo desgraciado. Si es que siempre gana la empresa, caray.
Quizás por eso otra de las recomendaciones es que no fijes todos tus logros en el trabajo. Es decir, que te marques metas en tu vida fuera de la oficina. Pues mira, sí, me he marcado el objetivo de que mi blog reciba más de mil visitas al día ¿Qué te parece? Esto va a ser más divertido que hacerle a mi jefe su maldito informe de ventas del último mes :P
Salvo que uno sea adicto al trabajo, creo que a nadie le gusta que se le acaben las vacaciones.
De hecho, el 70% de los trabajadores tiene insomnio, estrés, ansiedad o tristeza los primeros días. No hay que mandar a uno al loquero por eso, sino averiguar porqué ese trabajador no está contento, tal y como comenté antes.Dicen que lo mejor al volver de las vacaciones, es empezar poco a poco con las rutinas y las tareas. Se me caen los lagrimones de la risa por las mejillas. A ver cómo le explico yo esto a mi jefe. Él no baja el nivel de exigencia.Si llego a las 9:00 y mi jefe ya me está esperando para que le haga un informe para las 10:00, evidentemente no puedo ni ponerme al día de temas pendientes ni gestionarlos paulatinamente a mi ritmo. Dejemos de soñar y seamos realistas.
Dicen que debes socializar con tus compañeros y hablar de las vacaciones. Paso. No quiero recordar lo bien que estaba en la tumbona al sol y lo mal que estoy ahora encerrada entre cuatro paredes pasando frío porque tienen puesto el aire acondicionado a -15º
Además ¿qué quieren? ¿qué vea las fotos de las vacaciones de mis compañeros? Como sea uno que se fue a la otra punta del Planeta e hizo 2000 fotos, tendré que pasar 3 horas en su mesa. ¿Y que me dices de ese que todos los años se va al pueblo con la familia de su mujer y tuvo bronca cada día con la bruja de su suegra?
Solo puedo socializar en la hora de la comida. Porque cuando me ausento más de 15 minutos de mi sitio, mi jefe viene a buscarme. Así que no puedo ver las fotos de viaje de mis compañeros.
Recomiendan que hagas deporte y te acuestes pronto. Se supone que es para descargar el estrés, desconectar, terminar de cansarte para dormir como un bebé y levantarte al día siguiente cargado de energía.
A mi a dormilona no me gana nadie. ¿Y qué? Según llego a la oficina, me vuelvo a enfadar porque ocurre exactamente lo mismo que el día anterior. Todo es siempre urgente. Pasar de una tarea a otra en cero segundos es la tónica habitual gracias a los imprevistos y cambios de opinión de mi jefe o de los clientes. Así es imposible planificarse.
¿Cómo supero yo me síndrome postvacacional?
Con esto:
¿Cómo vive un freelance la cuesta de septiembre?
¿Qué tal regreso al trabajo? ¿Te te han dejado adaptarte? ¿o te estaba esperando el jefe con el látigo en la mano :P?