Un elaborado único lleno de tradición y sabor. Cada madre tiene uno, como ocurre con la tortilla española, o con las croquetas. Harina, huevos, azúcar, mantequilla, leche y levadura, tras el oportuno toque de horno, da lugar a una auténtica maravilla gastronómica, difícil de igualar, difícil de superar.Es cierto que también que es un producto maltratado, las elaboraciones industriales, a veces no alcanzan ni los mínimos razonables.Su presencia en nuestra gastronomía es amplia y notable: un bizcocho son, a fin y a la cabo, los sobaos, las magdadenas, los soletillas, los motachones de Utrera...los deshidratados, como los Noel de Burgos, los bizcochos lustrados canarios, y tantas otras elaboraciones, tradicionales y modernas. Pueden emborracharse o presentarse sobrios. Se dejan acompañar de frutos secos, pasas, frutas, yogur, chocolate. Se pueden presentar con costra, sin costra, con azúcar granillo, azúcar glas, o simplemente con las características aberturas que produce la emulsión.En la pastelería, es un elemento necesario, esencial diría, presente en tartas, pasteles, pastas...y muchos elaborados.Su aportación a la pastelería y a la gastronomía, en general, es incomparable, y su presencia difícil de igualar, como decía. Su nombre procede del latín: bis coctus, 'dos veces cocido'. Y su origen puede ser consecuencia de cocinar dos veces el pan para alargar su duración, lo anterior y la añadidura de algo más que los componentes básicos del pan, darían lugar al conocido bizcocho de hoy.Internacional como pocos, los: sobrios Pum Cakes, y los deliciosos Panettones, son una pequeña muestra. En nuestro país, como decía al principio, han sido siempre un tradicional icono familiar de referencia, útil para el desayuno, para el postre, para la merienda...Con los ingredientes adecuados, hasta el más torpe cocinero, puede dar lugar a un bocado pleno de sabor y esponjosidad.Flexible como pocos, admite todos los tamaños y formas posibles, las lumbres de leña los eleva a los cielos, pero tiene un noble comportamiento igualmente, con todo tipo de combustión, gas, electricidad, etc.Su sabor, su textura, y lo fácil de comer, que resulta, merece al menos que, de vez en cuando, nos acordemos de él.Sirva este breve comentario como modesto homenaje.
Un elaborado único lleno de tradición y sabor. Cada madre tiene uno, como ocurre con la tortilla española, o con las croquetas. Harina, huevos, azúcar, mantequilla, leche y levadura, tras el oportuno toque de horno, da lugar a una auténtica maravilla gastronómica, difícil de igualar, difícil de superar.Es cierto que también que es un producto maltratado, las elaboraciones industriales, a veces no alcanzan ni los mínimos razonables.Su presencia en nuestra gastronomía es amplia y notable: un bizcocho son, a fin y a la cabo, los sobaos, las magdadenas, los soletillas, los motachones de Utrera...los deshidratados, como los Noel de Burgos, los bizcochos lustrados canarios, y tantas otras elaboraciones, tradicionales y modernas. Pueden emborracharse o presentarse sobrios. Se dejan acompañar de frutos secos, pasas, frutas, yogur, chocolate. Se pueden presentar con costra, sin costra, con azúcar granillo, azúcar glas, o simplemente con las características aberturas que produce la emulsión.En la pastelería, es un elemento necesario, esencial diría, presente en tartas, pasteles, pastas...y muchos elaborados.Su aportación a la pastelería y a la gastronomía, en general, es incomparable, y su presencia difícil de igualar, como decía. Su nombre procede del latín: bis coctus, 'dos veces cocido'. Y su origen puede ser consecuencia de cocinar dos veces el pan para alargar su duración, lo anterior y la añadidura de algo más que los componentes básicos del pan, darían lugar al conocido bizcocho de hoy.Internacional como pocos, los: sobrios Pum Cakes, y los deliciosos Panettones, son una pequeña muestra. En nuestro país, como decía al principio, han sido siempre un tradicional icono familiar de referencia, útil para el desayuno, para el postre, para la merienda...Con los ingredientes adecuados, hasta el más torpe cocinero, puede dar lugar a un bocado pleno de sabor y esponjosidad.Flexible como pocos, admite todos los tamaños y formas posibles, las lumbres de leña los eleva a los cielos, pero tiene un noble comportamiento igualmente, con todo tipo de combustión, gas, electricidad, etc.Su sabor, su textura, y lo fácil de comer, que resulta, merece al menos que, de vez en cuando, nos acordemos de él.Sirva este breve comentario como modesto homenaje.