El suelo que pagaba las facturas

Por Zuloark

por Inteligencias Colectivas - Jueves, 29 de diciembre de 2011

Historias a pie de página sobre empoderamiento ciudadano

En un artículo publicado recientemente en la sección de ocio y sociedad del Daily Planet, un sociólogo americano aseguraba que podía medirse el confort de cada uno de los bares de Metrópolis, estudiando el número de pintadas que había en las puertas de sus lavabos. El confort era definido por este tipo, como el conjunto de cualidades que pueden generar sensación de domesticidad y empoderamiento, es decir la capacidad que tienen los espacios para hacer sentir como en casa, porque como en casa, no se está en ningún sitio. La relación que establecía con las puertas de los lavabos se construía entendiendo las pintadas de la misma manera que el arte urbano, los clientes mediante estos grafismos hacen suyo el bar. De eso trata el confort, de hacer tuyos los espacios. De incorporarlos. Esto que parece una anécdota ridícula, en el fondo sigue los mismos principios que otros hechos mucho más relevantes, como por ejemplo la famosa historia de "el suelo que pagaba las facturas" [1]

Este ejemplo de empoderamiento, puede resultar excesivamente banal o cotidiano, casi insignificante, pero no lo despreciemos tan rápido. Jane Jacobs, una de las figuras claves en la reflexión de la ciudad contemporánea, construyó un discurso práctico que revolucionó la historia del urbanismo basándose precisamente en claves cotidianas de empoderamiento. Sus análisis desprejuiciados sobre las ciudades norteamericanas devuelven el peso específico del funcionamiento de la ciudad a las relaciones entre sus vecinos. Lo esencial es crear sistemas diversos que permitan las relaciones humanas, que permitan que los ciudadanos se empoderen de sus calles y barrios, y esto se puede encontrar en las situaciones más pequeñas. No en vano, en palabras de la autora, podemos leer lo siguiente en la introducción de su famoso libro, "The Death and live of Great American Cities":

"El camino que conduce a dilucidar el aparentemente misterioso y perverso comportamiento de las ciudades, creo que comienza, observando atentamente, con las mínimas expectativas posibles, las escenas más cotidianas, los acontecimientos más corrientes, e intentando ver que significan y si entre ellos afloran las hebras de un principio."

El empoderamiento ciudadano, la participación y el hacer suyo, ya no nos cabe duda, se han convertido en materias imprescindibles de la reflexión urbanística contemporánea. Pero, cuidado, esta participación no debe ir siempre de la mano de una administración. De la misma manera que los padres deberían promover el abandono del nido de sus hijos, las administraciones públicas y los estamentos privados que regulan el urbanismo, deben pensar en estrategias para perder el control en favor de situaciones emancipadas de empoderamiento ciudadano. El espacio público o privado, deja de serlo para convertirse en "compartido", una situación híbrida que permite decisión y responsabilidad, pero que para ello construye nuevas identidades, instituciones y administraciones informales. Existen muchos ejemplos de emancipación del empoderamiento ciudadano en espacios compartidos, la propia historia sobre "el suelo que pagaba las facturas" [2] es un ejemplo notable sobre ello, pero existen incluso ejemplos que hablan de este empoderamiento emancipado desde un punto de vista completamente doméstico.

En el barrio de Miraflores de Lima, ciudad que como sabéis es el escenario protagonista de la historia de "el suelo que pagaba las facturas" [3], casi enfrente de uno de los casinos más espectaculares de la metrópolis, emerge ante nuestros ojos un monumento al empoderamiento ciudadano doméstico. Hace ya algunos años, una promoción de viviendas privada se paralizó en el momento en el que la constructora quiebra. Lo que iba a ser una torre de 15 plantas, se queda a la mitad. No se había terminado la estructura pero ya se habían vendido varios pisos. Ante esta situación, los vecinos que habían pagado su casa y ante el riesgo de perder sus ahorros, deciden terminarse ellos mismos su vivienda, convirtiendo los primero pisos de la torre, en un catálogo de soluciones arquitectónicas diferentes. Cada uno de los vecinos se distribuyó la casa como quiso, utilizó los materiales que más le convenían, eligió su color de fachada y hasta diseñó el descansillo y la puerta de acceso a la vivienda. Una chabola en altura piensan algunos, pero si preguntamos a los comerciantes de la zona, contra todo lo que se pudiera pensar, están encantados porque ese edificio, se ha convertido en un hito urbano, un reclamo que llama la atención y les atrae clientes. Lo nunca visto, un Guggenheim promovido de manera espontánea y auto organizada.


*Descansillos interiores del edificio de Lima.

Las reflexiones desde lo pequeño y desde lo de debajo, de nuestra querida Jane Jacobs, muchas veces acaban con apuntes entorno a la legitimación. En ese sentido, pone al mismo nivel o incluso mayor, movimientos vecinales espontáneos con reflexiones eruditas sobre la ciudad moderna. Este asunto de la legitimidad, es un asunto completamente actual, y sino preguntadlo en algún #edumeet. Buscar nuevas fórmulas de legitimación no es para nada un tema baladí, en el fondo se cuestiona una premisa de vital importancia sobre encontrar parámetros nuevos para evaluar cualquier acontecimiento, para prestigiarlo. El empoderamiento ciudadano, precisa de procesos que legitimen un nuevo orden público que sustituya o complementen lo que hasta ahora se desarrollaba en estamentos oficiales. En esta misma línea, el otro día en una de las reuniones mas multitudinarios que hayamos asistido del anteriormente citado #edumeet, @jararocha explicaba el MásterDIWO. "Un proyecto independiente y nómada de aprendizaje autodirigido y colaborativo, que reflexiona desde la práctica cultural y contextual de las mediaciones culturales. El proyecto, que nace de una detección compartida de ciertas carencias (estructurales y de contenido) en el sistema educativo formal/institucional, tiene como objetivo facilitar la creación de una pequeña comunidad en torno a unos intereses comunes, y de paso fomentar las relaciones colaborativas en torno al proceso de aprendizaje." Este ejercicio propone una nueva forma de entender el contexto pedagógico, proponiendo de alguna manera un empoderamiento ciudadano que construye y legitima una situación tan delicada como son los master. No nos digáis que si lo miramos un poco con destreza, no podemos pensar que los MásterDIWO, son en definitiva una manera distinta de aprovechar, lo mismo que aprovechaban los vecinos en el mítico evento urbano conocido como "el suelo que pagaba las facturas" [4].

"Bajo el cielo todos los hombres somos iguales" rezan los ideogramas dibujados en el imponente portal de acceso a la calle Capón, en el Barrio Chino de Lima, Perú. Eso es lo que nos dijo que significaban, Francisco Choy. Y de él te puedes fiar. Él es el más conocido astrólogo de la calle Capón, que en sí misma es un pequeño universo dentro de la ciudad, donde personajes, sabores, olores, diseños y tradiciones se entremezclan.

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(Notas a pie de página)
[1] + [2] + [3] + [4]
"El suelo que pagaba las facturas"

Nos encontramos en su stand, el Horoscopo Chino se llama y está situado en el centro de esta céntrica, valga la redundancia, calle de Lima en la que él ofrece todo tipo de conocimientos milenarios relacionados con las artes adivinatorias orientales, que le fueron trasmitidos por sus antepasados de generación en generación. Él nos contó la historia de "el suelo que pagaba las facturas".

Al atravesar el arco de entrada al bulevar, nos encontramos con un tapiz interminable de unas 30 mil baldosas hexagonales rojas. Este pavimento homogéneo en su apariencia, pero tremendamente heterogéneo en el alma según nos dice Francisco, se ve interrumpido únicamente por las figuras de los doce animales míticos del calendario lunar chino y el ideograma de la Doble Felicidad en el eje central.

¿Y a qué te refieres con heterogéneo en el alma?, le interrumpimos. En esas baldosas, nos cuenta mientras me coge de la mano para realizarme una lectura, cualquier persona puede hacer grabar su nombre o algún mensaje o recuerdo como pueda ser el de un aniversario, un cumpleaños, un bautizo... para inmortalizar ese momento en el tiempo. Bueno, el mensaje se mantiene unos 10 años pero yo creo que es un buen recuerdo, apostilla.

¿Y eso cuanto cuesta?, le preguntamos ansiosos. Unos 30$ por baldosa, nos comenta impasible. Esa webada está en miles de soles, grita uno de los porteros de los míticos (y místicos) chifas, restaurantes de comida fusión peruano-china que colonizan la calle. Existe por un lado el formato pequeño de baldosa, continúa Francisco, que es el que pueden personalizar individuos, parejas o familias. "MIKY Y DIANA AMISTAD ETERNA OCTUBRE 2003 1 40 13" alcanzo a leer en el suelo; y por otro lado están los de gran formato en que se inscriben los doce animales míticos, estos suelen ser financiados por grandes empresas como puedan ser algunos bancos o marcas deportivas o de bebida, por ejemplo.

¿Y ese dinero para quién es?, decimos casi a la vez. Ese dinero, nos contesta como con una media sonrisa, pasa formar parte de las arcas de la Asociación Peruano-China que gracias al dinero que recauda por la venta de estas baldosas puede pagar la luz, la guardianía y otros servicios de los que no se ocupa ya la Municipalidad.

¿Se trata entonces de una asociación a través de la cual los vecinos de esta calle se han emancipado del paraguas, en este caso agujereado, de la administración pública para proponer un modelo de gestión propio, totalmente innovador, en el que se vende la customización al más puro estilo Paseo de la Fama de Hollywood de las baldosas que conforman el pavimento de la calle a cualquier persona o ente deseosa de formar parte de ella ya sea por ego, romanticismo, publicidad o sencillamente porque mola y con el dinero recaudado se autofinancian los servicios que requiere la calle?

Etiquetas: ciudad, empoderamiento, espacio público, inteligencia colectiva, legitimación, participación

Exacto, y no te preocupes que el año venidero vas a 你可以解決任何問題, concluyó. Y si no, por lo menos nos compramos una baldosa, que total, son solo unos miles de soles. Y también creemos que como poco, es un buen recuerdo.

Inteligencias Colectivas os desea a todos un feliz año 2011!