El suicidio. Un problema multifactorial más allá de la salud mental

Por Clotilde Sarrió Arnandis @Gestalt_VLC

Artículo escrito por el  Dr. Alberto Soler Montagud

Las causas de suicidio son incontables tanto en personas mentalmente sanas como enfermas, y es por este carácter multicausal que el suicidio no debería considerarse un problema exclusivo del ámbito de la salud —como sucede en casi todos los estudios epidemiológicos—, pues en su etiología, además de factores sanitarios intervienen otros muchos como son los psicológicos, sociológicos, culturales, filosóficos y religiosos.

El suicidio es posible tanto en personas mentalmente sanas como enfermas

El suicidio en personas mentalmente sanas

La ideación suicida puede sobrevenir en personas mentalmente sanas en cuyo devenir acaecen eventos que las desestabilizan ocasionando gran dolor y/o tristeza. Algunos ejemplos de estos eventos vitales serían la muerte de un ser querido, un fracaso amoroso, el desconcierto tras el diagnóstico de una enfermedad grave (y el sufrimiento que se experimenta conforme ésta progresa), importantes pérdidas de bienes materiales que conducen a estados de quiebra o ruina, etc. En estas ocasiones es posible que se contemple la muerte como la única vía de escape que libere al individuo del dolor emocional que experimenta.

El suicidio en personas con trastornos mentales previos

Hay también situaciones en las que la ideación de suicidio surge en el contexto de una enfermedad psiquiátrica que puede abarcar desde una depresión severa hasta aquellos trastornos en los que el individuo se desconecta de la realidad y experimenta ideas que condicionan sus actos a través de alucinaciones o delirios.

El suicidio puede ser también el recurso elegido por quienes se sienten perseguidos como consecuencia de ciertos cuadros paranoides.

Otro ejemplo de causas de suicidio son algunos sentimientos o deseos mórbidos de venganza, así como el anhelo de generar culpa en los demás o de hacerlos sufrir.

También es posible el suicidio en quienes padecen ciertos trastornos de la personalidad, aspiran a cumplir ciertas fantasías patológicas o bien ansían conseguir una «paz eterna» que resuelva las situaciones límite de angustia a las que se ven abocados.

Hay quienes se suicidan por una enfermiza convicción de que renacerán tras la muerte. O bien por sentimientos místicos que les impelen a expiar alguna culpa o pecado. También para cumplir fantasías eróticas como reencontrarse con un ser amado fallecido, o incluso lograr tras la muerte el reconocimiento y el amor no correspondido de un ser vivo.

Las causas de suicidio son incontables tanto en personas mentalmente sanas como enfermas, y es por este carácter multicausal que el suicidio no debería considerarse un problema exclusivo del ámbito de la salud —como sucede en casi todos los estudios epidemiológicos—, pues en su etiología, además de factores sanitarios intervienen otros muchos como son los psicológicos, sociológicos, culturales, filosóficos y religiosos.

Suicidio y enfermedad psiquiátrica

Independientemente de su multicausalidad, el suicidio es un acto que con frecuencia realizan personas que sufren un trastorno psiquiátrico que cursa con abatimiento, imposibilidad para encontrar solución o alivio ante un grave problema, sensación de vacío emocional, tristeza y sentimientos de dolor profundo.

Hay estadísticas que apuntan a que más del 90% de los suicidios coinciden con una enfermedad mental, sea o no ésta la causa desencadenante del mismo. Está comprobada la propensión al suicidio en individuos que presentan rasgos de personalidad con predominio del negativismo, ideas catastrofistas o tendencia a permanecer anclados a traumas del pasado que con el transcurrir del tiempo se reviven con mayor crudeza y carga emocional.

Es frecuente que la ideación suicida se manifieste en situaciones en las que el futuro es contemplado con tanto dolor y desesperanza que sólo la muerte parece ser el remedio para escapar del sufrimiento.

Las enfermedades psiquiátricas más proclives al suicidio son la depresión mayor —en primer lugar–, la esquizofrenia, el trastorno bipolar, ciertos trastornos de personalidad, la dependencia del alcohol y drogas, el trastorno por estrés postraumático y algunos trastornos de la conducta alimentaria.

Predisposición al suicidio y factores de riesgo para consumarlo

El suicidio se gesta a través de pensamientos de muerte e ideación suicida elaborados por unas mentes que experimentan sentimientos de indefensión y desesperanza cada más difíciles de sobrellevar. La progresión de la infelicidad y el dolor evolucionan hasta llegar a un límite en el que el suicidio es contemplado como el único final de un sufrimiento que el individuo —presa de la impotencia— no es capaz de soportar ni gestionar en su propio beneficio.

Aunque en ocasiones poco frecuentes el suicido surge como respuesta a un impulso, el proyecto suicida no suele ser una improvisación sino algo muy meditado. Quien lo lleva a cabo ha pensado en ello durante mucho tiempo durante el cual casi siempre deja pistas, e incluso se lo comunica a alguien directa o metafóricamente («Pienso hacer un viaje» «He encontrado el modo de resolver mis problemas»…)

Hay que estar atentos ante cualquier signo de alarma. Por ejemplo, es falsa la creencia de que quienes anuncian su intención de suicidarse no llegan a consumar su autoagresión. También es desconcertante que muchas veces un suicida se muestre relajado y «mucho mejor» en los días previos a quitarse la vida, un estado anímico mal interpretado ya que en realidad se debe a la tranquilidad que se experimenta tras tomar una decisión, en este caso la de resolver sus problemas a través del suicidio.

Conocer el perfil del suicida resulta útil para prevenir muchas muertes activando mecanismos de intervención médica, psicológica y social.

Podemos clasificar los factores de riesgo que predisponen al suicidio en dos grandes grupos: los modificables y los inmodificables.

Los factores modificables incluyen sobre todo a los trastornos mentales (depresión, esquizofrenia, abuso de sustancias…), circunstancias causales que son susceptibles de ser modificadas clínicamente a través de una intervención terapéutica adecuada.

No ocurre lo mismo con los factores inmodificables que van asociados al propio sujeto —o a su grupo étnico o social— y se caracterizan por la persistencia en el tiempo y porque no es posible modificarlos con una intervención clínica, aunque su identificación y conocimiento resultan de gran utilidad para la prevención del suicidio en las poblaciones de riesgo. Entre los factores inmodificables destaca la edad (el suicidio es más frecuente en adolescencia y vejez), el sexo (por lo general los hombres consuman más suicidios y las mujeres presentas un mayor número de intentos), historial familiar suicida, conducta suicida previa, enfermedades graves con gran discapacidad o sufrimiento, situaciones psicológicas y biográficas estresantes (pérdida de un ser querido, ruina económica, maltrato físico o psicológico, abuso sexual), falta de apoyo social, creencias religiosas y también ciertos factores culturales.

Factores y situaciones que predisponen al suicidio

Es frecuente la soledad y el aislamiento que experimentan muchas de las personas que se acaban suicidando. Una vez se indaga en los antecedentes psicológicos y biográficos es habitual tanto la soledad como la pérdida de apoyo y de lazos sociales del suicida, pero sobre todo son una constante las dificultades en las relaciones familiares con predominio del rechazo o el abandono de unos parientes que nunca mostraron empatía con el sufrimiento de la víctima.

Al indagar en la familia, es una constante detectar signos de falta de comprensión y de conciencia del peligro suicida, así como la ausencia de ayuda para la contención emocional de unos impulsos autodestructivos que el suicida manifestó sin que ellos llegaran a percibirlos.

La desesperación es otra constante en muchos suicidas que al tratar de alejarse de una situación o de un modo de vida, se sienten incapaces de manejar las opciones que tienen a su alcance y no encuentran mejor modo de conseguirlo que dejando de existir.

Otro importante factor de riesgo suicida es la frecuente concurrencia de una enfermedad psiquiátrica —sobre todo crónica—, especialmente los estados depresivos graves en los que los síntomas de ansiedad, insomnio, angustia, anhedonia y desesperanza van acompañados de ideas melancólicas. La situación empeora cuando la depresión se complica con síntomas psicóticos o ideaciones delirantes paranoides.

Además de la patología psiquiátrica, las principales situaciones que pueden predisponer al suicido son:

  • La pérdida de un ser querido
  • Trauma emocional
  • Enfermedades graves no psiquiátricas
  • Problemas afectivos (desamor)
  • Vejez (los ancianos tienen una elevadísima tasa de suicidio)
  • Soledad y abandono
  • Conflictos existenciales
  • Problemas económicos
  • Bullying y acoso en general
  • Maltrato físico o abuso sexual
  • Marginación por la orientación sexual

Dr. Alberto Soler Montagud – Psiquiatría Privada

 Este artículo está escrito por Alberto Soler Montagud y se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 3.0 España

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