El trabajo de una editorial con medios LIJ

Por Eltiramilla

Hace unos meses la responsable de comunicación de una editorial de literatura juvenil me propuso preparar un artículo sobre la publicidad y los envíos de información. La idea era contar qué es lo que necesitamos para elaborar nuestro trabajo y cómo queremos que se nos presente. Aunque en su momento le di algunas pautas, hoy voy a extenderme hablando del trabajo editorial con los medios online más comunes (blogs, revistas y portales).

1. Selección de medios. Este es el punto más importante y el que menos se suele tener en cuenta, ya que muchas veces nos encontramos en la situación de que recibimos informaciones o galeradas que no nos interesan, y esto se traduce en pérdida de tiempo y dinero por parte de la editorial que no consulta antes de incluir tu correo electrónico en su base de datos y, lo que es peor, tampoco se molesta en preguntarte si te interesa una novedad antes de enviártela a casa. Cabe señalar que esta falta de criterio tampoco es agradable para el medio online, que acumula libros a los que no les puede dar salida y, en el caso de que la editorial sea grande y cuente con varios sellos, se ve obligado a revisar todos los archivos adjuntos, uno por uno, para ver qué es lo que le interesa. Eso si no lo elimina todo directamente.

2. El mail también es imagen. Nunca es de recibo leer un mail de tema literario con faltas de ortografía, pero mucho menos si el remitente es una fábrica de libros. En el diario revisamos todas y cada una de las sinopsis antes de colgarlas en los catálogos generales, ¿y esto por qué? Porque consideramos una falta de respeto hacia el lector ofrecer una información sobre un libro mal redactada. Y si a nosotros nos preocupa, que ni es nuestro trabajo ni es nuestra imagen la que se puede ver perjudicada, la editorial debería prestar muchísima más atención a este asunto. Quizá los mismos que corrigen los libros antes de publicarse podrían echar un vistazo a la composición de los argumentos. Y esto es aplicable también al cuerpo del mensaje (nada de exclamaciones sin abrir, mucho cuidado con la copia oculta, un uso correcto del modelo carta y, obviamente, sin faltas ortográficas ni erratas).

3. Periodicidad, tipo y presentación de la información. En El Tiramilla desarrollamos un catálogo mensual en el que incluimos las novedades de todas las editoriales, pero hay medios que, en lugar de hacer esto, racionan la información para anunciar cada lanzamiento en su fecha exacta de salida. Ambos modelos tienen sus pros y sus contras, pero en esto no me voy a extender ahora. Lo que la editorial tiene que hacer es adaptarse al método que emplee el medio (no debemos olvidar que llevamos a cabo una tarea altruista): para los primeros, entre los que nos incluimos, es suficiente con un único mail mensual en el que se nos adjunte un PDF con información de todas las novedades de la editorial; y para los segundos la mejor forma de facilitarles el trabajo es enviarles la información como la quieren, distribuida justo en los días de lanzamiento. Hecho esto, algunos agradecemos profundamente que las editoriales no nos saturen las bandejas de entrada con información sobre los sorteos de Menganito y la portada en alta resolución de Fulanito. Las noticias destacadas, como la entrega de un premio o la venta de derechos, siempre son bienvenidas sin importar a qué altura del mes nos encontremos.

4. Los datos del libro. Las fichas cuanto más completas mejor, pero cuando digo completas quiero decir que es importante incluir sólo la información necesaria para que el medio prepare su trabajo. Normalmente recibimos menos datos de los que necesitaríamos, pero a veces las fichas incluso nos cuentan cosas irrelevantes y obvian otras que sí deberían incluirse. Por ejemplo, la fecha exacta de publicación y la edad del lector al que va dirigida la novela son dos datos que habitualmente el medio tiene que buscar por su cuenta, bien preguntando al responsable de comunicación, bien acudiendo a librerías online como Casa del Libro. También está muy mal visto anunciar un lanzamiento como novedad cuando en realidad se trata de una reedición, sea un título del fondo de la propia editorial o de otra que lo descatalogó. Así como hacer pasar por juvenil lo que no es. Los que llevamos ya un tiempo trabajando con departamentos de comunicación sabemos de cuáles podemos fiarnos y de cuáles no, pero no quita que estamos ante una práctica muy poco honesta que al final engaña menos de lo que ensucia.

5. La actitud. El último punto se lo dedico especialmente a los que no saben aceptar muy bien la crítica negativa. Hay quien piensa que el hecho de que nos den un trato de favor (con galeradas, ofertas y palabras bonitas) nos ata la lengua (o la pluma) en su beneficio. Definitivamente no. Nuestro objetivo no es hacer amigos en las editoriales, sino ofrecer información real sobre libros juveniles. Ahora bien, compatibilizar ambas cosas dependerá únicamente de la actitud (y la experiencia) del responsable de comunicación. Nuestra redactora y correctora Alba Úriz llegó incluso a ser amenazada por una editorial a raíz de una crítica negativa, y eso es algo que no se puede consentir. Algunas se aprovechan de la inocencia e inexperiencia de jóvenes blogueros para arañar un poco de publicidad gratuita y engañosa, y desde aquí me gustaría advertir que, en lo que respecta a este diario, las personas que lo componen seguirían ofreciendo información sobre libros juveniles aun en el caso de no contar con el apoyo y la colaboración de ninguna editorial, de modo que queda claro quién tiene las de perder. Quiero recordar que aquí cada uno tiene su ocupación, que trabajamos en esto porque nos apasiona la literatura juvenil y que lo que menos nos apetece es despilfarrar nuestro tiempo libre en asuntos como este. El buen trato y la buena reacción son beneficiosos para ambas partes.

Y hasta aquí mis puntos. Espero que el artículo haya sido de tu interés y, en tal caso, lo difundas para que otros lo puedan leer.