En Palencia capital, había un pequeño Museo del Calzado, propiedad de Julio Vibot, un zapatero, que desde muy joven aprendió las técnicas zapateras y tras la Guerra Civil (1936 - 1939), dedicó todos sus esfuerzos a lograr levantar de las sillas de ruedas a personas con grandes traumatismos en los pies. Preparaba hormas, pies simulados y plantillas; su reputación fue extendiéndose por el país; Vibot abrió varias clínicas o consultorios, a los que acudía para tomar medida a sus clientes. Estuvo varias veces en Elda con motivo de las Ferias del Calzado, impartiendo más de una conferencia, igualmente dio charlas en varias universidades. Visité, cuando ni yo mismo imaginaba hacer un museo, aquel local palentino siempre lleno de visitantes. Vibot me transmitía sus experiencias y como empezar para hacer un espacio expositivo atrayente. Yo le expliqué los intentos en Elda por parte de la FICIA en 1964 y 1965 y el fracaso que supuso tras incluso abrir un stand con el nombre de "Museo del Calzado" en aquel 1965. El me animaba y casi cada año acudía a visitarlo y a charlar sobre aquellas piezas maravillosas que contenía su museo.
Julio Vibot nació en Cuenca de Campos, figurando una placa en su casa de nacimiento. Fue reconocido por su amor al calzado y su trabajo. Cuando a finales de los años 80 le conté mi proyecto de un museo en Elda y quizás, un día, su colección pudiese llegar a nuestra ciudad donde se conservaría para siempre (pero esto no quería ni oírlo), él me decía que si un día tenía que desprenderse de su museo, lo donaría a la Diputación de Palencia, y así lo hizo. Vibot, dada su avanzada edad, cerró el museo e hizo la donación a la ciudad en la que había vivido desde la niñez. ¿Qué hacía una diputación con una amplísima muestra de zapatos en unas tierras en las que no existía tradición zapatera? ¿donde lo ponían?. El museo se envió a un pueblo llamado Astudillo, en la provincia de Palencia, y se le encomendó a las monjas clarisas del Monasterio de Santa Clara;el convento conocido también por el Palacio de Pedro I, que está declarado Monumento Histórico Artístico.
Julio Vibot en su estudio
Después de unos meses abierto en ese lugar, el obispo lo cerró inmediatamente (como era de esperar). Mi buen amigo Julio Vibot Tristán, entró en un estado de depresión tal que al recibir una de mis muchas llamadas, me citó en ese pueblecito para donar todo su museo a la ciudad de Elda que sabría apreciar su obra. Salí a escape hacia Palencia y allí tuvimos una reunión con la superiora de ese Convento; fuimos a la notaría para cumplimentar la donación y lo trasladé a Elda en octubre de 1998.
* Publicado en el semanario "Valle de Elda" 20 de enero de 2017