El traje, presurizado y ceñido, no solo protegerá al astronauta, sino que le dará también mucha más libertad de movimientos físicos durante sus actividades de exploración planetaria. Para sacarse el traje, el proceso será incluso más sencillo.
Los ingenieros del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Cambridge, Estados Unidos, están ahora un paso más cerca de diseñar dicho traje espacial activo: El equipo de Dava Newman, profesora de aeronáutica y astronáutica en el MIT, ha diseñado prendas de compresión activa que incorporan pequeñas espirales parecidas a muelles que se contraen en respuesta al calor. Las espirales están hechas de una aleación con memoria de forma (SMA, por sus siglas en inglés), un tipo de material que “recuerda” una forma prediseñada y que, cuando es doblado o deformado, puede recuperarla al ser calentado.
El rasgo que más llama la atención en el revolucionario traje espacial de Newman es su inusitada delgadez, que le resta mucho peso. En lugar del tradicional traje hinchado y voluminoso, que en ese sentido apenas ha cambiado desde que comenzó la Era Espacial, el nuevo traje no se basa en la presurización gaseosa para proteger del vacío espacial al astronauta, sino en la contrapresión mecánica, que se aplica envolviendo buena parte del cuerpo (sobre todo brazos y piernas, pero no la cabeza, para la que se usa un casco, y optativamente algunas otras partes como el torso) con prietas capas de material. Gracias a ello, el traje permite una gran libertad de movimientos, mucho mayor que la que ofrecen los trajes tradicionales. El nuevo traje es muy apretado, pero también muy elástico.
En el nuevo traje de contrapresión mecánica, en cuyos últimos avances han colaborado Bradley Holschuh y Edward Obropta, se combinan materiales elásticos pasivos con materiales activos.
Aunque los trajes espaciales ceñidos ya han sido propuestos en el pasado, un obstáculo de diseño se ha mantenido de forma persistente: cómo introducirse y cómo salir de un traje hermético que ha sido diseñado para estar extremadamente ajustado. Aquí es donde las aleaciones de memoria de forma podrían proporcionar una solución. Tales materiales solo se contraen cuando se calientan, hasta llegar a un punto, en el caso de este traje, en que quedan “fijados” mediante otro mecanismo (en cuyo diseño el equipo está ahora trabajando), y cuando llega el momento de quitarse el traje, la exposición a una temperatura lo bastante fría permite que se afloje lo suficiente como para ser retirado del cuerpo sin dificultades significativas.
Las aleaciones con memoria de forma como el níquel-titanio pueden en esencia ser “entrenadas” para regresar a una forma original en respuesta a una cierta temperatura.
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