No será hasta que desaparezcan, como vaticinaba Ray Bradbury en Fahrenheit 451, que los echaremos de menos. Me refiero a los libros, y a las propuestas que nos sugieren, que parecen estar cada día más olvidados si no llevan la firma de personajes mediáticos en esta sociedad que estamos viviendo. Es por eso que quiero dedicar la columna de este mes: abril, el mes del libro por antonomasia, cuando se conmemoran los fallecimiento de Miguel de Cervantes (1547-1616) y William Shakespeare (1564-1616), no a un ejemplar ni a un autor, sino a una propuesta. No es otra que la de Ediciones El Transbordador, una pequeña editorial radicada en Málaga que apuesta decididamente por géneros que en la literatura española peninsular suelen estar maltratados. Hablo de la ciencia ficción, del terror y de la fantasía.
A todos los tratan en El Transbordador con cariño, con valentía, y con una cuota mayoritaria de autores nacionales. Iniciaron su andadura con la obra de Miguel Córdoba (Remscheid, Alemania, 1975): Ciudad de heridas, en octubre de 2015, y desde entonces no han hecho más que expandir sus límites. Han apostado por unas obras de género particulares y propias, como Kitschfilm, de Carlos Piegari, o Pánikas, de Pilar Pedraza, que es lo que hace falta en la creación de género por estas lares, para dejarla crecer con independencia de lo que dictan el mercado o los grandes centros globales de producción, para que se convierta en producción imaginativa autóctona, que no es baladí.
En el género se plasma la imaginación de una sociedad. Forma parte de la esencia de su espíritu. Es, hasta cierto punto, una apuesta política. Si esta es copia de otra, difícilmente llegará al público lector, que no verá reflejados sus ansiedades y sus miedos, su materia interior compartida, en los textos. Este hecho, del que fue un maestro Edgar Poe, capaz de iniciar géneros que han llegado llenos de vitalidad hasta nuestros días en una sociedad como la estadounidense que apenas empezaba a balbucear sus primeras propuestas en el ámbito cultural mundial, muchas veces se obvia. Pues bien, no lo obvian en El Transbordador, donde llegan a publicar una biografía de Poe (Edgar Allan Poe: El delirante de Baltimore, obra de Roberto García-Álvarez), en la misma colección donde encontrarán el libro de teoría-ficción Homo Tenuis, de mi muy admirado Francisco Jota-Pérez (Barcelona, 1979).
Este mes de abril que justo ahora empieza, y al que he dedicado la columna por su estrecha relación con los libros, los editores de El Transbordador apuestan fuerte por 3 autores catalanes que estarán firmando en Sant Jordi. El primero de ellos es Ferran Valera, que alcanzó un meritorio éxito con su novela corta: La danza del gohut, una novela corta de género fantástico, y ahora publica El arcano y el jilguero. De los tres, este joven abogado que pergeña historias en universos fantásticos, es la apuesta más fuerte del sello. A su aplaudida novela corta, ahora le sigue un relato más largo, una novela grimdark que hará las delicias de los amantes del género. Los otros dos autores, sin embargo, no desmerecen. Son Daniel Pérez Navarro, con Ritos salvajes, y Àlex Marín Canals, con La sombra y la pared.
Buena lectura.