El trastorno de pánico se encuentra dentro de los trastornos de ansiedad. Su principal característica son los ataques de pánico inesperados y la tendencia a estar sobre preocupado a tener un ataque. Los asaltos de pánico parecen ocurrir de manera súbita e inesperada y su duración puede variar desde pocos a varios minutos. Esto, a su vez, se asocia con un gran número de síntomas físicos intensos, contribuyendo a un mayor malestar.
Síntomas del ataque de pánico
Uno de los criterios que deben cumplirse para el trastorno de pánico es la presencia de 4 o más de los síntomas siguientes durante el ataque:
- Aceleración de la frecuencia cardíaca
- Sudoración
- Temblor
- Sensación de ahogo o dificultad para respirar (nudo en la garganta)
- Dolor torácico
- Náuseas o malestar abdominal
- Sensación de mareo e inestabilidad
- Escalofríos o sensación de calor
- Hormigueo o entumecimiento en alguna parte del cuerpo
- Sensación de irrealidad
- Miedo a perder el control, miedo a volverse loco e incluso, miedo a morir
Características asociadas
Los ataques de pánico pueden ocurrir en otros trastornos psicológicos, incluyéndose otros trastornos de ansiedad (por ejemplo, cuando un individuo con miedo a las serpientes se encuentra una). A su vez, es normal en otros acontecimientos de la vida en los que la persona no tiene porqué tener un trastornos psicológico de base (es el ejemplo de situaciones estresantes como un examen importante, una entrevista de trabajo muy esperada, etc.). Lo que caracteriza al trastorno de pánico es su recurrencia e impredecibilidad, los cuales pueden variar en días, semanas o meses en ausencia de señales del contexto que precipiten un ataque. Con ello, pueden darse además ataques de pánico nocturnos.
Los intentos de controlar los síntomas: el verdadero problema
Una vez se ha experimentado un ataque de pánico, llega la preocupación por sufrir otro. Esto se refiere a las posibles consecuencias derivadas de las señales físicas, como un ataque al corazón, perder la conciencia, etc. Al final como consecuencia se termina cambiando determinadas rutinas de nuestra vida y evitando ciertas actividades que antes podían llegar a ser una fuente de bienestar general.
Comorbilidad del trastorno de pánico con otros trastornos
Agorafobia
Las consecuencias de evitar determinadas áreas de funcionamiento que son esenciales para el desempeño de la vida diaria conllevan lo siguiente: Se evitan eventos que pueden asociarse a posibles ataques, lo que genera una sensación de control y de alivio a corto plazo. Sin embargo, los intentos de controlar determinadas circunstancias que se temen como fuentes desencadenantes de los síntomas implica reducir otras actividades. Estas conductas de evitación implican otros patrones de comportamiento no adaptativos, siendo frecuente que el trastorno de pánico se asocie con la agorafobia. Esto ocurre al restringirse actividades habituales como usar el transporte público, ir de compras, el ejercicio físico etc.
Trastornos depresivos y abuso de sustancias
Otra consecuencia asociada a la evitación de estas situaciones temidas es el posible desarrollo de trastornos depresivos y el abuso de sustancias. La restricción de actividades que antes podían suponerse placenteras y ahora están asociadas a fuentes de malestar, implica para el individuo la disminución de actividades agradables. A su vez, el individuo puede recurrir al abuso de alcohol como forma de disminuir los síntomas y el malestar, acentuándose, a largo plazo, su sufrimiento.
Todo ello conduce a un empeoramiento en la calidad de vida del individuo, donde se ve atrapado en una espiral en la que a mayores intentos de controlar los síntomas, mayores son las consecuencias negativas, siendo posible a su vez la aparición de otros síntomas como pueden ser aquellos relacionados con otros trastornos de ansiedad o la depresión, y el riesgo de abuso de sustancias como el alcohol.
¿Cuál es el tratamiento psicológico para el trastorno de pánico?
Los factores de mantenimiento en el trastorno de pánico están sujetos a interpretaciones catastróficas de las sensaciones interoceptivas del individuo. Los intentos de controlar estas sensaciones desagradables alivian el malestar en el momento. Sin embargo, de manera paradójica, aumentan el malestar a largo plazo.
Entre los objetivos que deben de establecerse en terapia, uno de ellos sería el romper la asociación entre las manifestaciones corpóreas, que indican al individuo el inicio inminente de un ataque de pánico y el desarrollo del ataque de pánico “per se”. Para ello, se realizan de manera gradual tareas de exposición a las sensaciones corpóreas con objeto de disminuir la ansiedad anticipatoria. Es fundamental además, la recuperación de áreas de la vida que son importantes para la persona afectada con trastorno de pánico y así poder funcionar satisfactoriamente.
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