El trazo mutante de Rem Koolhaas

Por Marcelogardinetti @marcegardinetti

En la historiografía, la obra de Koolhaas tiende a asignarse a la teoría y la práctica del diseño estructuralista o posmoderno, alineada con las sensibilidades constructivistas y surrealistas, o se presenta, a la manera tradicional de la hagiografía arquitectónica, como un genio original sin conexiones discursivas identificables 1.

Esta expresión de Ingrid Böck, alineada al pensamiento de Jefreey Kipnis, reseña la compleja fragosidad de asociaciones, metáforas y metodologías que estructuran los trabajos de Rem Koolhaas. Si los teóricos de la arquitectura están de acuerdo en algo sobre Koolhaas, es que su trabajo y su pensamiento son una maraña de contradicciones o, al menos, de paradojas (Böck, 2015,10).

Para Kipnis, embarcarse en una crítica convincente de un proyecto de Koolhaas depende siempre más de la valoración de unas sensaciones particulares -que se proponen y que se intentan alcanzar- que de un juicio de la obra frente a un conjunto predeterminado de expectativas y valores (Kipnis,1996,26). En ese enmarañado compendio de variables que ofrece cada proyecto, es posible determinar los trazos de una idea que es siempre novedosa, en tanto reniega de cualquier referencia tipológica.

Para Koolhaas, la arquitectura debe actuar como un proceso de modernización que forma parte de un estatus filosófico, casi místico. Aunque no está dispuesto a identificarse completamente con la profesión, Koolhaas se define un intérprete, tanto de las nuevas formas de instrumentalidad, como de nuevos contenidos

Koolhaas ofrece su propia interpretación de la disciplina arquitectónica. Su trabajo adopta como dogma la organización programática como medio para abordar las cualidades del espacio y las técnicas constructivas. Sin embargo, su práctica aborda la difícil cuestión de identificar una característica, un estilo y una estrategia unificadora, o lo que Foucault llama la "función de autor". Por lo tanto, ¿Cómo podemos identificar las ideas conceptuales que se repiten como temas constantes durante un período de tiempo prolongado? ¿Cómo podemos conceptualizar cambios y adaptaciones dentro de esos motivos? ¿Cuál es entonces la función del propio arquitecto en el discurso y de su reivindicación de referencia y originalidad? (Böck, 2015,10)

Una respuesta a esos interrogantes es su avidez por establecer relaciones programáticas, diagramas que transfiere al espacio mediante ingeniosas interacciones. Aunque sus proyectos ratifican una sistemática aversión por la repetición, en algunos casos trabaja sobre un boceto producido con anterioridad que bruscamente se adecúa a nuevos "usos". Esto es posible en la medida que, previo a cualquier esquema proyectual, define parámetros de relaciones sobre los que se trabaja de forma invariable. Por lo tanto, el objetivo del diseño consiste en adecuar esos parámetros a una configuración espacial que opera sobre instrumentos y contenidos para subyugar sus condiciones a una idea global.

El proyecto Axel Springer Campus

En el Axel Springer Campus, Koolhaas ratifica su método variable, aleatorio y novedoso. Como en anteriores trabajos, Koolhaas enfrenta un programa que conjuga lo impreso y lo digital, aunque en este caso se trata de oficinas editoriales. El programa se compone de un 75% de espacios formales de oficina y un 25% de actividad informal.

El proyecto define un volumen de 30 metros de altura que toma la forma de la parcela; su esquema organizativo interior se estructura alrededor de un pasaje que cruza la planta en diagonal para vincular el campus con los demás edificios existentes del complejo Axel Springer. A cada lado del pasaje, una sección de plantas abiertas se escalona hacia los bordes exteriores del edificio. En esos niveles se desarrollan los puestos de trabajo libres, que serán diagramados por los futuros ocupantes, propiciando una idea colaborativa: "un valle que crea un escenario informal en el centro, un lugar para transmitir ideas a otras partes de la compañía".

Este modelo de organización determina diferentes áreas, al tiempo que evita la exclusión, porque permite desde cualquier parte la comprensión inmediata de la totalidad del espacio. Al fomentar la aparición de condiciones variables del espacio de trabajo, Koolhaas explora la capacidad liberadora de la arquitectura para formular espacios flexibles a diferentes usos.

Koolhaas no impone una organización definitiva del espacio, sino un modelo de organización que desencadena numerosas relaciones espaciales de forma casi indefinida. Su propuesta consiste en exhibir en una sola vez el trabajo colectivo de los integrantes del campus, que trabajan sobre montajes y selecciones de fuentes de información radicalmente diferentes5.

En cada nivel existe una superficie cubierta destinada a entornos de trabajo tradicionales; estos se ubican en la parte "sólida" del edificio, un bloque vertical ubicado en el lado más largo de la planta, que a un lado ofrece vistas a la calle y en el otro se vincula con los puestos de trabajo abiertos.

De este modo, las terrazas interconectadas y los puestos fijos, ofrecen varias alternativas en la definición de los espacios de trabajo. La intención del proyecto es que el edificio "puede absorber todos los interrogantes del futuro digital" y establecer mecanismo de conexión que modifiquen "la relación entre el trabajador y su ordenador, que lo aísla en una burbuja de rendimiento introvertido, inaccesible a la visión general colectiva".

El vestíbulo de planta baja constituye el espacio público principal; una plaza cubierta con un amplio espacio libre para eventos y exposiciones. A varios metros de altura, un puente atraviesa el edificio donde los visitantes pueden observar el funcionamiento cotidiano de la empresa. El espacio de uso público se completa en la terraza donde se encuentra el café.

El diseño de fachadas tiene un carácter fuertemente expresivo que no revela por completo la actividad interior. El volumen se compone de lados planos formados por vidrios translúcidos y opacos; en las esquinas, coincidiendo con la traza diagonal de la planta, la fachada se abre en cortes diagonales que dejan ver por detrás una envolvente transparente de morfología semejante a las fachadas de Seattle. El plano de fachada de las oficinas formales tiene un tratamiento diferente: la piel de vidrio esta seccionada por bastones dorados verticales; a nivel de calle el plano de vidrio forma volúmenes de diferentes cualidades y a partir de la mitad de su altura asciende de forma inclinada hasta alcanzar la cubierta, para consumar un diseño rudimentario que poco tiene que ver con el resto del edificio.

Conclusión

¿Es posible encontrar un hilo rector en los trabajos de Koolhaas?6 Este interrogante ofrece aristas contradictorias y una difícil taxonomía. Si comparamos brevemente esta obra con dos proyectos modélicos de Koolhaas, como las Très Grande Bibliothèque y la Biblioteca de Seattle, las variables quedan al descubierto. El campus se desarrolla dentro de un volumen homogéneo, de igual modo que en los dos ejemplos mencionados, pero la práctica proyectual es diferente en cada caso casos. En las TGB, las áreas programáticas ocupan formas autónomas e independientes que flotan en el espacio y son identificables desde el exterior a través de los lados traslucidos del edificio; en Seattle, el programa se divide en capas apiladas que se desplazan en horizontal para alcanzar una variedad de relaciones espaciales; esos desplazamientos internos modifican la envolvente y definen el carácter del edificio. En este caso, el objetivo por alcanzar un espacio abierto y flexible, se logra estableciendo un gran espacio público dinámico que cruza el edificio, bordeado de pisos en cascada para genera un ambiente de trabajo unificado.

Sin embargo, lo que deja establecida esta comparativa es que los proyectos de Koolhaas encuentran terreno fértil en las relaciones que puede establecer el programa, en el marco de una absoluta liberación de los modelos establecidos. Koolhaas exhibe una notable habilidad operativa para cualificar un esquema programático en un diseño especifico.

Las técnicas conceptuales y textuales trasgreden el lenguaje arquitectónico. Aunque su arquitectura ofrece poca resistencia a las intoxicaciones de la cultura del consumo7, aplica prácticas narrativas y operativas que evitan los excesos formales y se nutren de alusiones ajenas a ese lenguaje.

Al librarse de las posiciones fijas, su trazo muta en diferentes enfoques; conjugan la comunicación, la sociología, la semiótica y el mundo virtual con un virtuoso pragmatismo. Esto no garantiza per se una producción cualitativa, ni asegura una definición de patrones de una idea prospectiva. El trabajo de OMA ofrece tantas respuestas lúcidas como intentos fallidos; sin embargo, cada propuesta nace de un razonamiento práctico y ambicioso, se desarrolla en rutas poco transitadas y su definición es siempre coherente al pensamiento, aun en las hostilidades que exhibe el diseño.

©Marcelo Gardinetti

Fotografía: ©Laurian Ghinitoiu, Courtesy OMA

Bibliografía:

Böck, Ingrid "Six Canonical Projects by Rem Koolhaas, Essays on the History of Ideas" (Berlin: Jovis, 2015), 9-23

Kipnis, Jeffrey, "El último Koolhaas" El Croquis, Nº. 79, ISSN 0212-5633, (1996), 26-37

Koolhaas, Rem; Bruce Mau, "Bigness or the problem of Large" Small, Medium, Large, Extra-Large. Monacelli Press, New York, 1995.

Koolhaas, Rem "'Life in the Metropolis' or 'The Culture of Congestion'" Architectural Design 47, no. 5 (1977)

Mattern, Shannon, "Library as Infrastructure. Reading Room, Social Service Center, Innovation Lab. How Far Can We Stretch the Public Library?", Places Journal, June 2014.

OMA, Axel Springer Campus, Memoria del Proyecto [oma.eu]

Şmsek, Onur "Emptiness and Nothingness in OMA's Libraries", Megaron 14(2) (2019), 173-184 DOI: 10.14744 Pág. 173-184

Zaera Polo, Alejandro, "El día después, una conversación con Rem Koolhaas" El Croquis, Nº. 79, ISSN 0212-5633, (1996), 8-25

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