María acaba de oir cerrarse la puerta. -"¡No, no no! Ya está aquí. Debería haber llegado a las 18 y son las 16."- Desde que se casó con Manuel, las cosas han cambiado mucho. Antes, hacían cosas, salían, sentía que Manuel la quería. Ahora nada. Cero.
Recuerda cómo le hacía mucha ilusión arreglarse, bajar y, al salir del portal, ver el Opel Astra de Manuel aparcado, quien ya la había avisado de que estaba allí por medio de un vocinazo.
A sus padres no les gustaba Manuel, pero a María le daba igual. Era muy guapo, independiente, de familia media. Su madre, una mujer tímida. Su padre un hombre autoritario. Ninguno estaba contento con que Manuel estudiara la carrera de Económicas, porque siempre habían soñado que su hijo mayor sería abogado, pero María, con el tiempo, le iba enseñando a Manuel que no podemos ser quienes nuestros padres quieren que seamos, sino quienes somos realmente.
Muchas veces discutían por tonterías. Manuel no entraba en razón nunca. A veces se enfadaba rozando lo histérico en un segundo y violentaba a María gritándole en la calle. Pero ella lo aceptaba así, porque le quería, pero tras haber pasado 3 meses viviendo en la nueva casa, María se dio cuenta de que Manuel no era el mismo. Era arisco y se había vuelto más y más celoso.
Un viernes María llamó a Manuel para decirle que llegaría tarde a casa. No lo localizó y le dejó un mensaje en el que le decía que iba a tomar algo con los otros profesores del colegio donde trabajaba para celebrar el inicio de las vacaciones de verano. La cosa se alargó (una más y nos vamos) y al llegar a casa, con 2 copas de más, muy contenta y relajada porque el lunes empezarían las vacaciones en las que María había puesto tantas esperanzas para salvar lo suyo con Manuel, encontró un monstruo en casa. Manuel la insultó, la llamó puta, borracha, la zarandeó. Los ojos de Manuel eran ira, rabia, descontrol. María no sabía qué hacer, en un momento le gritó "¡¡para!!" y fue como si alguien activara un click en la cabeza de Manuel y sin razón empezó a pegar a María.
Al tercer golpe, Manuel paró en seco al oír los gritos de María y empezó a pedir perdón, -"No sé qué me ha pasado. Es que estaba preocupado. ¿Ves qué me haces hacer? Si tú no me sacaras de mis casillas esto no pasaría, pero es que me desbordas María. ¿Estás bien? Déjame que te mire. Dios, no sé cómo ha pasado. Nunca más volverá a pasar". Y ésa frase se repitió todos los días, durante dos meses hasta que, sin saber qué hacer para arreglarlo, Manuel le pidió matrimonio.
Ilusionada se decía -"Yo sé que él me quiere y un arrebato lo puede tener cualquiera."- Con los preparativos, Manuel estaba muy nervioso. Era por eso que a veces gritaba, se enfadaba sin venir a cuento, daba golpes y alguna que otra bofetada a María. Pero ya está, nada más. Manuel es bueno, me quiere y es verdad que a veces lo saco de sus casillas.
Y a los pocos meses se quedó en paro. Y Manuel le hizo creer que no servía como maestra. Y pasaban más meses y no encontraba trabajo. Y Manuel le hizo creer que no lo encontraría jamás porque no servía ni para maestra ni para nada. Y ni su familia ni sus amigos podían acercarse a ella porque él no quería. Y Manuel le hizo creer que estaba sola en el mundo y que sólo lo tenía a él. Y cuando María quiso salir, ya no podía, su cárcel era inmensa. No tenía nada, no valía nada, no era nada. Era un cero. Y había palabras que la dañaban más que cualquiera de las bofetadas que le daba continuamente.
Esta historia no acaba bien, como muchas historias reales que viven hombres y mujeres víctimas del maltrato. Y viene en relación a esta noticia donde el gobierno del PP sólo va a computar el número de víctimas de violencia machista a los casos que requieran de hospitalización durante un día completo como consecuencia de la agresión, al tiempo que excluye registrar el número de heridas. Es decir, las mujeres que se queden hospitalizadas contarán en las estadísticas. El resto no. He buscado la nota de prensa en la página del Ministerio de Sanidad, Servicios sociales e Igualdad y no aclara mucho más, y como a día de hoy no puedo contrastar nada más, he decidido escribir esto para sacar toda esta indignación.
Mi indignación es tan grande que no tengo palabras suficientes para expresarla. Me revuelve pensar que hay gente que valora que hay maltratos "mejores" que otros. Señores/señoras: hay maltratos más graves que los físicos y más graves de los que se ven a simple vista y si no lo hacemos visible, no podremos luchar contra el maltrato. Un número en una estadística para usted será un número, pero al escribirlo se hace visible y para llegar a un MALTRATO CERO todos los números tienen que contar, todos los maltratos se tienen que incluir.
Sé que mi indignación no influye en nadie, pero si no lo escribía, reventaba. Esto no va de ideologías, va de ser humano. Y hoy en día no sé qué pasa, pero cada vez me siento más fuera de este mundo. Y puede que este texto no cambie nada, pero los grandes cambios se componen de cambios pequeñitos.
Maltrato CERO. Es el único cero que realmente cuenta.
(Lema propiedad de Le Coin Blog, que nos conocemos...¬¬)
*Imágenes: ( Google Images y ministerio de sanidad,
servicios sociales e igualdad. )
Síguenos en:★★ Bloglovin'★★