Le dimos pintura a la tiza blanca por toda su superficie.
Y una manita de color verde, aunque tan sólo por dentro.
Lijamos groseramente el exterior.
Y más suavemente el interior.
Para terminar, cera, mucha cera de esa que deja un olor maravilloso en el ambiente, en el mueble, en las manos....
...y unas bandejas, nuestras segundas protagonistas del día. Con el tiempo hemos reunido unas cuantas de pequeño tamaño; que si compro una por aquí, me regalan otra por allá... Lo cierto es que nos encanta este complemento del hogar que tan útil y coqueto nos resulta. En ellas nos llevamos cada tarde al salón el té de las cinco (muy "british" que estamos), o servimos el vaso de agua que alguien nos solicita. Pero son difíciles de almacenar y siempre acaban apoyadas unas contra otras en algún lateral de un mueble.
¿Y si probáramos con el porta cartas?
Nosotras fuimos las primeras sorprendidas al ver lo bien que encajaban el uno con las otras. Hasta el punto de que se han hecho íntimos: al uno le encanta su nueva función y las otras, coquetas ellas, están felices de salir del armario para lucirse. Una buena combinación. Y decorativa, faltaría más.
Con esta bien avenida pareja nos vamos a casa de Marcela y sus findes frugales. ¿Nos acompañáis?