El valor de un hijo

Publicado el 18 febrero 2013 por Alma De Fiesta @almadefiesta
Hoy os propongo una entrada un poquito diferente y única para mi... y es que es un día especial porque mi pequeña cumple años. Mezcla de alegría y melancolía cuando pienso que el tiempo pasa rápido y que fue hace 4 años cuando mi vida cambió por completo.
Desde el momento en el que sentí su calor sobre mi pecho y unos ojitos pequeños y curiosos me miraron, comprendí que ser madre era el mayor privilegio que la vida podía darme. Y desde ese día se que la princesa rubia que me quita el sueño, es en realidad un sueño hecho realidad.
Nada puede pagarse con la llegada de un hijo, para ello os quiero dar a conocer un estudio en el que se calculaba el coste de criar a un niño desde su nacimiento hasta sus 18 años, y el resultado eran 132.435€ (algo más de 22 millones de antiguas pesetas) para una familia de clase media. A los que tenemos hijos, esta cifra nos puede hacer fantasear sobre el patrimonio que podríamos haber acumulado si no fuera por ellos. En quienes no los tienen es posible que refuerce su decisión de no tenerlos. Pero ¿alguien se ha percatado de que 132.435€ se convierten en 7.357€ por año, 613€ por mes, 153€ por semana, 21,8€ por día y menos de un euro por hora?
Bien… pues la pregunta es… ¿Y qué obtienes tú a cambio de tus 132.435€? ¿Queréis saberlo? Se obtienen:
Besos de mariposa y abrazos de oso.

Una mano que coger, aunque normalmente está llena de chocolate
o manchada de mermelada.

Una excusa para reírse de uno mismo, sin importar lo que diga el jefe, las complicaciones del trabajo o si ese día la bolsa ha ido mal.

Ese momento mágico cuando, al final, aprenden a hacer pipí solitos, consiguen atarse los cordones o logran montar en bicicleta sin ruedines.

Licencia para hacer el tonto y no tener que crecer.

Permiso para pintar con los dedos, esculpir plastilina, bailar como una princesa,
esconderte debajo de la cama, capturar gusanos y creer en milagros.

Una oportunidad para volver a leer las aventuras de Peter Pan, recordar esas películas que viste de pequeño y tanto te gustaron, ver dibujos animados los sábados por la mañana
y cantar canciones de Mary Poppins.

Puedes pegar arco iris, corazones y flores debajo de los imanes del frigorífico y escribir encima un “te quiero”.

Recibir impresiones de sus manos en arcilla para el Día de la Madre, y marcos de foto con pinzas de madera para el Día del Padre.

Convertirte en superhéroe sólo por recuperar un frisbee del tejado del garaje, sacar una astilla del dedo gordo del pie, llenar a pulmón la piscina hinchable, o entrenar al equipo de fútbol
que nunca gana pero siempre logra, como premio, un helado.

Consigues asiento VIP para ser testigo de su primera sonrisa, su primer paso, su primera palabra, su primer diente, sus primeras navidades, su primera vez en un tiovivo, su primera función en el colegio y su primera cita.

Obtienes una licenciatura, algunas veces con honores, en Psicología,
Nutrición, Justicia, Comunicaciones y Sexualidad humana,
que ninguna universidad del mundo puede igualar.

El título de todopoderoso, casi parecido al de Dios, con poder para parar el llanto, quitar cualquier dolor cantando el "sana sana", espantar los monstruos que están debajo de la cama
y remendar un corazón roto.

 Ser padres es, en fin, tener licencia para amarles sin límites, de forma tal que un día tu hijo ame, como tú, sin tener en cuenta lo que cuesta.

Gracias a Jorge por haberme hecho el regalo más grande del mundo porque ni viviendo 3 vidas enteras tendría tiempo para agradecerselo. Gracias a mi pequeña Aitana que cada noche mientras permanecemos abrazadas y le canto su canción para dormir, convierte mi universo en un cuento de hadas lleno de besos y risas, y me hace entender que mientras pueda seguir disfrutando de su alegría y su amor nada más importa.

Fotos vía Pinterest - Texto vía revista AR