El valor productivo de la participación y del esfuerzo

Por Alberto Barbero @albarbero

A veces la realidad es tan tozuda como nuestra incapacidad de rectificar y así nos va…

En esto de la motivación, por ejemplo, se empeña en dejarnos claro que decirles a las personas qué y cómo deben hacer es algo que hoy funciona mal. No te digo nada si además no se explica bien o si estamos pidiendo un cambio de rumbo…  Sí, y esto es así aunque trates de incentivarlos con dinero.  Aunque puede haber cosas peores como “triturar” sus esfuerzos o ignorarlos, tal y como cuenta Dan Ariely en el video de más abajo. A mi me parece evidente que todo esto está en la raíz del fracaso de  muchos de los llamados “proyectos de cambio”.

Quizás las prácticas clásicas de la “gestión de personas” (Buff, qué mal suena )  llevaban a la eficiencia cuando el trabajo era sinónimo de “cadena de montaje”. Sin embargo, la llamada “economía del conocimiento” tiene nuevas reglas -más fundamentadas en la psicología- y la motivación y la productividad solo parecen emerger a base de encontrar sentido a las cosas,  de participar en la creación, tener retos o sentir una identidad como parte de algo, por ejemplo.

No es cuestión de creencias. Hay muchas experiencias que nos ilustran sobre la necesidad de introducir la participación y el esfuerzo para que “las cosas” funcionen:

  • Es muy curioso, por ejemplo, el caso de esa empresa que en los años cuarenta creó una forma extremadamente simple de hacer tartas a base de ofertar una sustancia preparada que solo había que mezclar con agua y meter en el horno. Parece que las tartas eran buenas pero que, al no hacer falta esfuerzo alguno para prepararlas aquello no tenía mérito alguno y  no eran sentidas como propias…  con lo que no acababan de tener éxito. Cuando decidieron quitar el huevo y la leche en polvo para que el proceso de preparado fuera algo más retador/participativo/meritorio lograron que su producto se vendiera mucho mejor.
  • Se trata también, por ejemplo,  delefecto Ikea en acción (haciendo trabajar consigues más “cariño” con lo hecho), algo así como que a partir de ciertos mínimos (tan solo con que no nos desmotiven) sentimos una mayor conexión con todo lo que implica esfuerzo y trabajo. Va a ser verdad aquello de que “las cosas valen lo que cuestan”.

Para mi la conclusión es clara. Si quieres personas y equipos más productivos tienes que facilitar una forma de trabajar y crear unas condiciones que hagan posible que las personas se sientan implicadas. Y este puede parecer un camino demasiado largo aunque al final resulte ser el único posible. Frecuentemente, cuando las personas parecemos no tomar conciencia de algo, no es porque alguien lo esté explicando mal, no lo estemos entendiendo o no tengamos la actitud adecuada sino porque no estamos teniendo la oportunidad de implicarnos en la situación.

Una buena forma de abundar en todo esto puede ser viendo este TED Talk de Dan Ariely al que me he referido en lo que aquí cuento. Un aliciente especial es que cuenta muchas otras experiencias con las que tomar más conciencia del valor productivo de la participación y del esfuerzo: