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La vuelta fue dura, siempre lo son, todas, sin excepción. Con mi canotier de Costa y Soler, mis gafas Rayban, mis New Balance y mis Converse, puse rumbo días más tarde a EE.UU. Primer destino, Nueva York. Y hubo que bailar salsa, sin ritmo, pero la bailé.
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Ir cómoda y protegerme del sol, son dos de mis máximas vacacionales. Eso sí, digna para cualquier chispazo, que a una le gustan los espejos y las fotos.
Como el canotier no estaba preparado para soportar los vientos de San Francisco y mi ágil pedaleo, me hice con esta gorra tan american style.
Grandes momentos, el mejor compañero de viaje y encuentros fortuitos. Ah, y buen vino, estaba en California. Y, sin darme cuenta, llegó agosto, norte y sur, San Sebastián y Cádiz. La Semana Grande y las Carreras de Caballos de Sanlúcar. Al año que viene, repito.
Hoy, 1 de septiembre, estoy harta de tantos consejos para volver a la rutina. ¿Y si no vuelvo? ¿Y si sigo de vacaciones por los siglos de los siglos?