Hace poco entré en una librería infantilde esas que te invitan a quedarte para siempre, llena de libros preciosos y de sorpresas. Me gustó mucho pero, aún así, cuando salí de allí le dije a las personas que venían conmigo (amantes, como yo de la literatura infantil y grandes profesionales) “le falta fondo”. Nos pusimos a pensar, ¿qué quería decir con que le faltaba fondo? Pues eso, faltaban libros que, bajo mi punto de vista (muy humilde, ¿eh?), siempre, siempre, deben estar en una librería de este tipo.
La conversación y la reflexión nos dieron para pensar que deberíamos hacer una lista de imprescindibles, clásicos y modernos, que no pueden faltar si queremos mostrar a grandes y pequeños la magia de la lectura.
Estos días ando dándole vueltas a mi lista de imprescindibles y tratando de confeccionarla. No es sencillo, no creáis, hay tanto que no conozco… Pero entre reflexiones y paseos por mis estanterías, me he dado cuenta de que nunca os he hablado de este libro que, para mí, sí es un imprescindible y además, una historia muy especial.
Mi ejemplar de El viento en los sauces no es de los más bonitos, pero es, sin duda, una de las joyas de mi colección. Me lo regaló Jaime hace algunos años y lo he leído y releído, subrayado y recomendado hasta la saciedad. Para que os hagáis una idea, es uno de los libros a los que recurro cuando estoy triste o preocupada por algo.
Dicen que Kenneth Grahame inventó esta historia para su hijo Alastair que, el día que cumplía 4 años le propuso a su padre los personajes y que estuvieron disfrutando de sus aventuras hasta bien entrada la noche.
Cansado de hacer la limpieza de primavera un topo simpático y tímido sale de su madriguera y queda fascinado por el paisaje y los placeres de la tranquila vida de la orilla del río. Pero no tiene ni idea de todo lo que esta le puede ofrecer. Por suerte, en su paseo conoce a una rata de río vivaracha y alegre que se encargará de demostrarle lo estupendo y divertido que es vivir allí.
Básicamente, así podríamos resumir, a grandes rasgos, este librito sencillo y agradable pero tiene mucho más porque, al lado de la orilla del río está el bosque salvaje donde vive el tejón y un poquito más allá encontramos la mansión del sapo, personaje estrafalario y caprichoso que se encargará de llenar de acción todas sus apariciones.
El viento en los sauces es una historia que alaba las cosas sencillas pero que no olvida que en la vida hay mucho más, que recomienda que nos portemos correctamente, pero que trata con humor las travesuras del sapo porque, al fin y al cabo, de todo tiene que haber y aunque hay que aprender de los errores tampoco hay necesidad de poner el grito en el cielo por todo.
El autor combina para nosotros ratos de tranquilidad, paseos y charlas con aventuras locas y peligrosas, todo ello en un paisaje típicamente inglés, con personajes de modales típicamente ingleses y humor y reflexiones típicamente inglesas, ya veis, un libro muy inglés que nos permite viajar lejos y descansar de la rutina montando en barca con Topo y Rata o en automóvil con el inconsciente Sapo.
¿Es un libro para niños? Las aventuras y lo que en él se cuenta sin duda los son, ahora bien, como tantos otros clásicos imprescindibles, el lenguaje, el tono, el ritmo, etc., no son de esta época. Hoy la vida rueda más deprisa y cabe la posibilidad de que nuestros niños se aburran al leerlo. Por eso, aunque está muy bien escrito y leerlo resulta muy agradable debemos entender que no todo el mundo lo va a apreciar ni va a disfrutar entre sus letras.
Mi consejo es que, independientemente de que el niño se anime a leerlo o no (yo creo que a partir de 10 o 12 años), juguemos con el cuento, se lo relatemos, le hablemos de los personajes y sus aventuras, lo comentemos con ellos. Hay ediciones muy bonitas de este libro y vale la pena que los peques lo conozcan. Que no nos asuste que los libros escritos en el siglo pasado tengan un lenguaje más denso y un desarrollo más pausado y que esto no nos impida disfrutar de historias bonitas y divertidas como es esta.
Y vosotros, ¿qué libros consideráis imprescindibles en una biblioteca infantil?