Éste es el primer reportaje de una serie sobre los personajes tipo, que son aquellos personajes que podemos distinguir fácilmente porque tienen un conjunto de rasgos prefijados que nos hacen reconocerlos al instante. En esta ocasión vamos a empezar con los villanos, los malos a los que se enfrentan nuestros héroes, los encargados de hacerles la vida imposible y complicarles las cosas.
Se dice que un héroe es bueno si también lo son sus rivales, por lo tanto una buena historia tiene que tener un villano bien escrito que se gane nuestro respeto. Después de todo, ¿qué es un héroe sin un enemigo que lo desafíe? Unos malos son famosos por su inteligencia o por sus planes maquiavélicos, otros son respetados por su determinación y algunos, simplemente, dan miedo. A continuación podréis disfrutar de los perfiles más diversos: desde los villanos más comunes hasta los más excéntricos, pasando por aquellos que son una mezcla de esto y lo otro. Andaos con ojo, porque nunca se sabe cuándo podemos encontrarnos con ellos…
A lo largo de la historia de la literatura ha habido unos pocos malvados que han combinado un conjunto de rasgos naturales: capacidad de liderazgo, pensamiento táctico, una gran dosis de valentía suicida y ciertas ganas de gobernar el mundo. El fruto de todo esto es el villano conquistador, capaz de convertir a cualquier grupo de personas en una fuerza de combate y capaz también de invadir cualquier país cambiando así el curso normal de la historia gracias a todos los medios políticos que tiene a su alcance. Un gran ejemplo lo
Sin irnos muy lejos, en los libros de ciencia ficción solemos encontrarnos al villano conquistador del futuro, que viene de un futuro medianamente lejano donde la tecnología ha avanzado hasta el punto en el que viajar en el tiempo es posible. Después de haber intentado salirse con la suya en su propia época y de no haberlo conseguido, esta clase de malo utiliza el viaje en el tiempo para cambiar algo del pasado y así poder alcanzar su fin primordial, que generalmente suele ser el éxito, el poder, la riqueza o las tres cosas a la vez. Como el malvado de La Esfera, que no duda en utilizar todo lo que está en su mano (incluyendo la manipulación del tiempo) para conseguir sus fines.
Otros villanos llegan con ganas de dominar el mundo y no les preocupa exterminar a muchos con tal de conseguir su objetivo. Suelen creer que ellos y solo ellos merecen gobernar y que todos los demás tienen que aceptarlo si pretenden sobrevivir. Estamos ante una raza superior. Para más inri, algunos de estos individuos esconden bajo la manga un virus que afecta a parte de la población mundial, como en el caso de Tiempo de cosecha.
Luego hay guerreros que se dedican a asesinar a objetivos específicos y que arrasan todo a su paso.
No todo aquel que se acerca a ayudarnos tiene buenas intenciones, de manera que debemos tener mucho cuidado con la bondad de los extraños. Así, mientras que un buen samaritano es aquel que ofrece ayuda a cualquier persona conocida o desconocida que tenga una necesidad, sin pedir nada a cambio, el mal samaritano es aquel que aparentemente quiere ayudar pero que en realidad no actúa por la bondad de su corazón sino por algún motivo que, faltaría más, mantendrá oculto a su víctima para poder ganarse su confianza. Que se lo digan a la protagonista de Eternos, el ejemplo del perfecto peón.
Y qué os puedo contar del politiqueo en la literatura juvenil que no sepáis. Cuando la política gira en torno a mantener a las masas bajo control, silenciando a los que no están de acuerdo y utilizando cualquier método para mantener la calma, es que algo no va bien. Os hablo del gobierno; os hablo de e
Cuando leemos sobre un personaje cuya maldad reside en su inestabilidad y su propensión a la violencia gratuita, seguramente estemos saludando a un chiflado violento. Claros ejemplos son Fenrir Greyback de Harry Potter, Gregor Clegane de Canción de Hielo y Fuego o Drake Merwin de Olvidados.
También podemos toparnos con personajes que se toman a sí mismos por deidades de poder absoluto y van por ahí creyéndose todopoderosos: estos son los villanos que se creen Dios. Suelen ser narcisistas y es muy probable que terminen cayendo en desgracia por culpa de su propia arrogancia, como Metatron en La materia oscura o Raistlin Majere en Dragonlance.
Por otra parte, si bien en una competición el que queda segundo pasa desapercibido, en la literatura juvenil el segundo al mando es elemental; no tenerlo a veces equivaldría a la caída en picado del villano principal. Se trata del Dragón, que no es un dragón de verdad sino el sobrenombre con el que se conoce a la mano derecha del villano jefe, su mejor baza. También es, claro, la segunda mayor amenaza para el héroe, como el Rey Brujo y Saruman en ESDLA, Bellatrix Lestrange en Harry Potter o Sebastian Moran en Sherlock Holmes.
Desde luego hay tanta variedad de villanos como escritores con mentes prodigiosas capaces de crearlos, y parece mentira que aunque algunos sean tan malvados, los lectores a veces lleguemos a apreciarlos tanto. Pero claro, ¿qué sería de los buenos sin los malos? ¡Que vivan los villanos!