La magia negra, los santeros, las prostitutas, los policías y los propios asesinos conforman, entre otros prototipos de personajes, un universo de locos que se explican a través de los otros, como en el relato que abre esta colección, que fue distinguida con el VIII Premio Vivendia-Villiers de libros de relatos convocada por Ediciones Irreverentes. En este primer relato que también sirve como título al resto, La nave de los locos, asistimos a esa locura en forma de altavoz que deviene en eco; un eco que se torna en pesadilla y acaba en muerte. Una locura que es imaginada, como en el relato titulado Compañeros de piso, o que en Juegos de azar y de heliconia convierte en protagonista de la alienación a los juegos de azar que trasciende el poder de la suerte para devenir en el trágico destino de una vida. Sin embargo, no es la muerte el sino de esta colección de historias e intrahistorias, porque también existe la locura de los recuerdos, como la que se encuentra presente en A nadie le amarga un dulce, un campo de minas rodeado de recetas y diferentes texturas interiores y exteriores. Ese paso del tiempo que en Café Recuerdos nos lleva a la necesidad de la otra vida que ya nunca más volverá, como si todo hubiese sido un falso espejismo que dura un mísero instante. O como en Clara, donde asistimos a ese gran domino de la narrativa criolla donde lo fantasmagórico y lo mágico cobran un gran protagonismo, y donde la riqueza léxica de la autora sale a relucir de una forma sobresaliente. O como en El arte de untar galletas, donde la locura atrapa a quien la tiene que curar, con el cine de trasfondo que hace de perfecto juego de contrarios que al final encuentra un perfecto encaje. O como la locura de la nostalgia presente Entre deshielo y deshielo, o la metáfora de la huida de la realidad presente en El mapa y el tablero. Y así sucesivamente hasta trazar un completo mapa de locos y locurasa través de veintiocho relatos cortos, donde la suerte, la memoria, el pasado, los deseos y la muerte rellenan nuestros días, convirtiendo a nuestras vidas en perfectos campos temáticos de la locura.
Ángel Silvelo Gabriel.