Este poemario, que ha sido calificado de "generacional", es el fruto de ocho años de trabajo, donde Elena Medel arranca espinas a la realidad y las clava cual chinchetas en sus versos. Ahí, donde se juntan esos pedacitos de realidad, gravitan la mirada de una JASP que nos inculca como nadie las ínfulas de que lo imposible es posible, hasta incluso, de que las mujeres que hay dentro de sí misma y a las que estas a su vez representan, sean las heroínas de una intrahistoria llamada Chatterton que, a diferencia de la ópera en tres actos de la que toma el nombre y que recoge libremente la vida del poeta maldito inglés Thomas Chatterton, no necesita reivindicar únicamente la estética del fracaso para salir airosa de ese encuentro. Elena Medel, igual que si fuera un profesor que ha escrito un manual de Geometría descriptiva en el que nos muestra la realidad tridimensional en solo dos dimensiones, nos descompone la realidad y contrapone la luz al fracaso, la esperanza a la melancolía, y algunas certezas a la duda: «Nadie se posa en el alféizar —son veintiocho años/ de espacio adolescente—,/ pero qué ocurriría si el pájaro sobre el que he leído/ en todos los poemas/ se colara por el patio de luces y asomara/ por el alféizar de mis veintiocho años,». En esa rendija de luz que se cuela por la poderosa superficie del fracaso es donde nos quedamos, por mucho que charlemos y escribamos acerca de la pérdida de la sonrisa.
Ángel Silvelo Gabriel.