Conviene aclarar que Elle no es una historia real sobre la violación que sufre la protagonista de la misma, Michèle LeBlanc, en el primer plano secuencia del film —perfectamente resuelto por el director, por cierto— sino un sueño, el que tuvo el director de la película, Paul Verhoeven, después de leer la novela Oh... del escritor francés Philippe Djian. Un texto, al que el holandés, a sus setenta y ocho años ha querido dotar de una personalidad y visión únicas, como únicas son la esencia de su cine y la perversión de su alma, siempre dispuesta a poner en entredicho las convenciones de la sociedad en la que vive. El peligro de esta distorsionada percepción del mundo, está en que puede transformarse en una peligrosa —por grotesca— reinterpretación de aquello que el resto tilda de convencional, pues este desenfoque de la realidad, le llevaría a precipitarse —sin derecho a una red salvavidas— por el abismo del cine de grandes efectos especiales, quizá, el último peldaño que ya subió en más de una ocasión cuando dirigía superproducciones en Hollywood.
Ángel Silvelo Gabriel