Hace pues setenta y ocho años que alguien se preocupó por la asistencia al parto en un centro hospitalario, en medio de unas circunstancias terribles y unas penurias de difícil descripción. Cuando ahora se oyen propuestas de partos domiciliarios nos entran algunas dudas sobre su oportunidad. Sí, ya sé que yo nací en el dormitorio de mis padres, en un primer piso, enfrente de Correos, en una pequeña ciudad y por aquí sigo, con una buena parte de mis neuronas intactas. Pero sin la iniciativa de frau Eidenbenz, probablemente pocos de esos casi seiscientos niños hubiesen tenido una oportunidad de supervivencia.
Ah!, por cierto: en Elna es donde estaban las urnas del referendum catalán, que anduvieron buscando policias y guardias civiles varias semanas, sin éxito. Mira que cosas.
X. Allué (Editor)