Empiezan a caer las fichas del dominó magrebí

Publicado el 17 enero 2011 por Joaquim

Mientras Ben Alí huía de Túnez apenas 24 horas después de prometer su retirada política para dentro de cuatro años, acompañado en su vergonzosa estampida por su señora esposa y una tonelada y media de oro que la dama en cuestión hizo sacar del Tesoro Nacional como contribución forzosa del país a su exilio evidentemente dorado en Arabia Saudí, las manifestaciones en Argelia y Egipto toman proporciones de insurrección popular a semejanza de la tunecina, ese patético despojo que es Gadaffi (¡qué malo es el abuso de las drogas!) se lamenta de que los tunecinos hayan echado a Ben Alí "demasiado pronto", y en Marruecos comienzan a darse los primeros síntomas de que no tardará en tocarle el turno al sátrapa local, en este caso coronado.
Las democracias occidentales están desbordadas, y no saben hacia dónde mirar. Francia, tradicional valedora del puñado de tiranos cuyos regímenes están siendo cuestionados por las masas populares de Casablanca a El Cairo, intenta desesperadamente maniobrar para salvaguardar su influencia en la zona sin que se note demasiado que es precisamente gracias a ella que las satrapías magrebíes han aguantado en el poder durante décadas. El silencio de los norteamericanos es igualmente clamoroso. La ONU y los diversos organismos internacionales, incluidos los que se dicen garantes de la democracia y los derechos humanos en cualquier rincón del mundo, callan y otorgan igualmente. Ni uno solo de entre ellos ha alzado la voz para exigir esas "reformas democráticas" que se le piden día sí día también a Cuba o China, por poner dos ejemplos muy nítidos de hipocresía geoestratégica internacional. ¿Dónde está la boquita parlanchina de nuestra sinpar ministra de Exteriores, doña Trinidad Jiménez? Callada como una muerta.
En catalán hay una frase intraducible, que define perfectamente la situación: lo que ocurre es que el movimiento insurreccional popular en el Magreb nos ha cogido a europeos y norteamericanos "con los orines en el vientre". Es decir, no nos hemos enterado de nada hasta que ha sido demasiado tarde, y ahora todo son prisas y nervios por parte de nuestras democráticas cancillerías. Que Dios nos ampare de la recua de cabestros que nos gobiernan: ni ellos podían haber llegado a más ni las democracias occidentales a menos.
Las piezas del dominó magrebí van a caer una tras otra sin solución de continuidad. La insurrección democrática popular se extiende como una mancha de aceite a 14 kilómetros de Tarifa, y mientras tanto Europa continúa enfrascada en si una vez más nos bajamos los pantalones ante "los mercados" o levantamos una nueva valla electrificada con mayor voltaje entre lo que queda de nuestras colonias y África, de modo que se tapone de una vez por todas la entrada al único Paraíso al que aspiran esos jóvenes musulmanes con PC portátil bajo el brazo y ropa de marca occidental, esos chicos y chicas que desde hace unas semanas se están jugando la vida cada día en las calles de ciudades que están a tiro de piedra de las nuestras.
En la imagen que ilustra el post, manifestantes tunecinos. Uno de ellos sostiene un cartel que en inglés y francés reza: "Yo tengo un sueño. Un Túnez libre".