EN UN PÁRRAFO....- Sin alcanzar el punto de ácida genialidad de su ilustre predecesora, 'El apartamento', 'En bandeja de plata' constituye un nuevo retrato, nada amable, de la condición humana a cargo de las diabólicas pluma y cámara del maestro Billy Wilder, viejo zorro que, con la inestimable colaboración de dos monstruos interpretativos de la talla de Jack Lemmon y Walter Matthau (una de esas parejas que hacen del concepto de la química cinematográfica algo tangible y comprobable...), urde una comedia nada colorista (y no me estoy refiriendo a su magnífica fotografía en blanco y negro...) que, cabalgando a lomos de un buen puñado de gags, nos muestra cómo la mentira es la herramienta con la que vamos construyendo un castillo de ilusiones más cercanas a los naipes, prestos a desmoronarse, que a las realidades, míseras y mezquinas, de las que huimos con la misma. Todos y cada uno de los personajes se prestan al juego, con intenciones más o menos espúreas, tanto da sea el dinero y el binestar material, como el afecto perdido o la autoestima quebrantada. ¿Culpables? Todos y ninguno. ¿Inocentes? Tanto de lo mismo...
EN SU HABER.- 1, en una película que juega con los contrastes en paralelo como elemento humorístico de primer orden, hay uno que me entusiasma especialmente, y que es el ofrecido por el aspecto de los despachos de los dos 'contendientes' en la batalla indemnizatoria que se libra alrededor de la lesión (real o supuesta) de Hinkle: el de los tres prestigiosísimos abogados de la compañía de seguros es un majestuoso y enorme despacho repleto de lujosas estanterías y muebles de primera calidad, con todo primorosamente ordenado; el de Gingrich, un cuchitril en el que el polvo y el desorden se enseñorean de la nada clientelar más absoluta; y pasar de ver uno a ver otro, una gozada digna del genio wilderiano; y 2, aun a fuerza de resultar algo pesado con el tema, no puedo dejar de destacar el poderío cómico que transmite la pareja de protagonistas, Lemmon y Matthau: por separado, dos grandiosos actores; juntos, además de lo anterior, una maquinaria de altísima precisión al servicio del humor más dinámico y agudo de su tiempo. Una auténtica maravilla.EN SU DEBE.- Aun asumiendo que no debe ser sencillo sostenerle el tipo (interpretativo) a dos actorazos del calibre de Lemmon y Matthau, hay que reconocer que el desempeño de los dos secundarios principales, Ron Rich y Judi West (que desempeñan los papeles de Boom Boom Jackson y Lucy, respectivamente), dista bastante de la altura a la que se mueve el resto de elementos de la cinta. Un lunar, pequeño, pero lunar, al fin y al cabo.UNA SECUENCIA.- La final: Jackson y Hinkle sobre el verde tapete asumen sus derrotas y sus miserias en una curiosa y armónica danza de pases y desplazamientos. ¿Tierno, patético? Mira el color del cielo y escoge la emoción. He ahí la grandeza de Wilder...CALIFICACIÓN: 7 / 10.-